El ‘paraíso’ del Moro Abengalbón en Castilnuevo

Allí tuvo -afirma- “sus esplendorosas y flamantes caballerizas el moro Abengalbón, alcaide de frontera, el de la buena y rica casa que nos habla el Cantar del Mío Cid, y allí guardaría también todos los accesorios necesarios para la monta y enjaezamiento de sus caballos tanto de uso personal como para la guerra”.

Y prosigue Ángel Ruiz: “No es raro que una parte de esta leyenda fuera verdad, ya que en la zona baja y llana, y no dentro de la fortaleza, tendrían cabida los lugares de habitación y vida cotidiana. La mayoría de los castillos y fortalezas españolas estaban dispuestas para albergar una guarnición, pero no para servir de corte señorial”.

Foto: Facebook (Ángel Ruiz)

En Castilnuevo hay un castillo medieval que sirvió a Alfonso I de Aragón a finales del mes de diciembre de 1128 “para asentar sus reales cuando la conquista de esta tierra a los moros”, ilustra. Y apunta una hipótesis interesante: “Aunque su estudio es desconocido hoy día, bajo los cimientos del actual castillo, elevado sobre un pequeño promontorio, bien pudieran existir ciertas ruinas de índole residencial que sirvieran al gobernador Abengalbón, poco después del año 1000, como lugar de goce y recreo para pasar su época estival, enriquecido en su decoración, con estancias para los sirvientes y guardias, tal vez una pequeña mezquita, jardines con numerosos árboles frutales y baños típicos de la sociedad de entonces”.

Y hasta es posible –prosigue- “que los señores cristianos de Molina, sus sucesores, utilizasen estos mismos lugares adaptándolos a su época para el esparcimiento, recreación, caza y retiro. Pero nada dicen las historias de todo esto”.