El refugiado palestino en Guadalajara cuya espera une a la ciudad
Hace cinco años, Guadalajara acogió a Khaled Alghalban, un refugiado palestino que huyó de Gaza en busca de seguridad. Desde entonces, vive en la ciudad mientras su esposa, Eitemad, y sus cuatro hijos permanecen en Khan Younis, atrapados en condiciones extremas tras los bombardeos.
FOTO: MÓNICA TOVAR
La espera de Khaled es parte de un drama humano compartido: su familia cuenta desde noviembre de 2023 con la extensión familiar de protección internacional concedida por la CIAR, lo que abre la puerta a su evacuación humanitaria, aunque los trámites aún no se han concretado.
En Guadalajara, su historia ha dejado de ser privada. El respaldo no viene solo de conocidos, sino de colectivos solidarios como la Plataforma Guadalajara con Palestina, que visibilizan la situación de la familia y convierten la espera en un ejemplo de empatía ciudadana. Esa solidaridad colectiva —que en muchos hogares comenzó como un murmullo de apoyo— ahora se percibe como un acompañamiento real y constante.
Ese respaldo social cambia lentamente la vida de Khaled. No alivia el dolor de la distancia, ni reconstruye el hogar que dejó atrás, pero convierte su espera en algo menos solitario. En palabras de quienes lo rodean, su caso ya no es solo una historia personal: representa “una causa compartida”, un reflejo de la crisis humanitaria en Gaza que amplifica la urgencia de peticiones de ayuda.
La experiencia de Khaled es también una llamada: a no olvidar a quienes sobreviven bajo lonas, entre ruinas. Su espera, sostenida por burocracia y permisos, se transforma en símbolo de lo que puede ocurrir cuando la solidaridad supera el silencio. En Guadalajara, esa solidaridad se ha convertido, poco a poco, en un acompañamiento ciudadano que mantiene viva la esperanza de un reencuentro familiar.