El robo de Buendía que hiere la memoria de Poyos

03/05/2025 - 21:04 Paco Campos

El hurto de una embarcación en Santa María de los Poyos empaña la historia de los sacrificados moradores de este pueblo que quedó bajo las aguas de Buendía.

FOTOS: Oficina de Turismo de Sacedón y Santa María de los Poyos (Facebook)

Hoy, en las tranquilas aguas del embalse de Buendía, donde antaño se asentaba el  pueblo, perteneciente al término de Sacedón, de Santa María de Poyos, un suceso inesperado ha turbado la calma: la sustracción de una embarcación negra, modelo Raptor XWide 270. Testigos presenciales relataron la huida de un utilitario blanco con la lancha, dejando escasas pesquisas. Este reciente acto delictivo no solo ha despojado a su propietario de un bien, sino que también ha mancillado la memoria de un enclave imbuido de historia. Sumergido bajo las aguas desde 1956 a causa del llenado del pantano, Poyos perdura en el recuerdo de sus antiguos moradores y sus descendientes.

Nota al reportaje: Si tienes alguna información que pueda ayudar a recuperar este bote, no dudes en ponerte en contacto con Manuel al número 633 86 14 50 o llama directamente al 061 de la Guardia Civil, tu ayuda puede ser clave para resolver este caso.

La historia de Santa María de Poyos es un testimonio de los sacrificios humanos que acompañaron los proyectos de modernización en la España del siglo XX. La inundación de 1956 desarraigó a numerosas familias, muchas de las cuales encontraron un nuevo comienzo en Paredes de Melo, donde sus tradiciones se fusionaron con las locales. La ermita de San Andrés y las celebraciones anuales aseguran que el recuerdo de Poyos perdure. El reciente robo en el embalse invita a la reflexión sobre la trascendencia de honrar la historia y el legado de quienes, con esfuerzo y probidad, edificaron sus vidas en aquel lugar.

Poyos comienza a inundarse. Foto: Conferación Hidrogrtáfica del Tajo, recogida en el grupo de Facebook Santa María de Poyos. 

La génesis de esta comunidad se remonta a un pequeño núcleo rural enclavado entre los ríos Tajo y Guadiela, al pie de una sierra. Este lugar disfrutaba de un entorno fértil, adornado con árboles frutales, sauces y álamos que escoltaban las orillas del Guadiela. Antes de su desaparición bajo las aguas, la vida de sus habitantes transcurría ligada a la labranza y a las ancestrales costumbres religiosas.

La subsistencia de los poyatos se fundamentaba principalmente en la agricultura, con especial atención al cultivo de la vid y a la molienda de cereales. En los campos fecundos que circundaban el río Guadiela, los lugareños cultivaban viñedos, transformando la uva en vino que luego conservaban en bodegas excavadas en la tierra. Estas construcciones subterráneas, cuyas ruinas aún emergen en periodos de sequía, constituían un pilar fundamental de la economía local. Asimismo, los molinos, impulsados por la corriente fluvial, trituraban los granos, proporcionando harina para el sustento familiar. El día a día estaba marcado por el ciclo de las estaciones: la primavera y el estío dedicados al trabajo en el campo, el otoño a la vendimia, un evento comunitario de esfuerzo y celebración, y el invierno, más sosegado, al arreglo de herramientas y la preparación de las bodegas.

Las 110 familias que habitaban Poyos llevaban una existencia sencilla, pero cimentada en un profundo sentimiento de comunidad. Las faenas agrícolas requerían colaboración mutua, y las festividades religiosas, como las dedicadas a Nuestra Señora de la Soterránea (15 de agosto) y San Roque (16 de agosto), fortalecían los vínculos vecinales. Estas tradiciones no solo tenían un carácter espiritual, sino que también representaban momentos de asueto y alegría en una vida de arduo trabajo.

Ruinas de Santa María de Poyos, años 70. // Julia Puerta Razola

El año 1956 supuso un punto de inflexión trágico para Santa María de Poyos. La construcción del embalse de Buendía, iniciada cuatro años antes, selló el destino del pueblo. Este proyecto, enmarcado en los esfuerzos de modernización de la España de posguerra, buscaba generar energía hidroeléctrica y facilitar el riego en la región. Sin embargo, acarreó un elevado coste humano: Poyos, junto con otros asentamientos como Ercávica y el balneario de La Isabela, quedó anegado por las aguas. Las viviendas, el templo y las tierras que habían sustentado a generaciones quedaron cubiertos, dejando tras de sí únicamente recuerdos y vestigios que ocasionalmente asoman durante las sequías, atrayendo a buceadores y curiosos.

Puente construido cuando el abuelo de Julia Puerta Razola era alcalde de Poyos. 

El impacto emocional de la inundación fue profundo. Los moradores, que habían vivido de la tierra durante generaciones, se enfrentaron a la pérdida de su hogar y de su modo de vida. La ermita de San Andrés, emplazada al pie de la carretera que bordea el embalse, se erigió en un símbolo de resistencia, un lugar de encuentro para los desplazados y sus descendientes, donde podían evocar su pasado.

La anegación obligó a las familias poyanas a abandonar sus propiedades. El gobierno, a través del Instituto Nacional de Colonización, organizó su reasentamiento en diversas poblaciones, proveyéndoles de terrenos y viviendas en compensación por la pérdida sufrida. Los principales destinos fueron San Bernardo (Valladolid), Paredes de Melo (Cuenca), Guma (Burgos) y Cascón de la Nava (Palencia). En Paredes de Melo, los colonos recibieron casas y parcelas de cultivo, aunque las indemnizaciones por la expropiación de sus tierras en Poyos tardaron en llegar. Algunas familias también se trasladaron a Madrid, Guadalajara y Sacedón, aunque en menor número. En 1967, el término municipal de Poyos fue integrado en Sacedón, marcando el final administrativo de la localidad.

Sesenta años después de aquel suceso, en 2012, más de seiscientas personas, incluyendo descendientes de los antiguos habitantes, se congregaron para conmemorar la desaparición de Poyos. El evento incluyó una procesión a la ermita de San Andrés, una exposición de fotografías antiguas y la colocación de una placa conmemorativa, manifestando el fuerte lazo sentimental que aún perdura con el pueblo desaparecido.

Foto: Mari García (grupo de Facebook Santa María de Poyos).

Paredes de Melo, en la provincia conquense, desempeñó un papel fundamental como nuevo hogar para medio centenar de familias poyatas. Esta población, que había experimentado despoblación en siglos precedentes, fue seleccionada por el Instituto Nacional de Colonización para convertirse en un pueblo de colonización, diseñado específicamente para reasentar a los damnificados. A partir de la segunda mitad de 1951, las familias de Poyos comenzaron a llegar a Paredes de Melo para trabajar las tierras asignadas. Durante los primeros años, se alojaron en casas existentes y barracones provisionales, mientras continuaban regresando a Poyos para ciertas labores. A finales de 1955, se les entregaron viviendas y corrales permanentes, que hoy constituyen la estructura principal del pueblo. Este proceso no solo revitalizó Paredes de Melo, sino que también integró las costumbres y la identidad de los pobladores de Poyos.

Escuela de Poyos del curso de 1948. Pedro Romo García, Santa María de Poyos

La influencia de Poyos en Paredes de Melo se manifiesta en sus tradiciones religiosas. Los patronos de Poyos, Nuestra Señora de la Soterránea y San Roque, se convirtieron en patronos de Paredes, junto con Nuestra Señora de la Portería, la patrona original del pueblo. Además, San Andrés es copatrón, y la romería a su ermita, cercana al antiguo emplazamiento de Poyos, se celebra el cuarto domingo de septiembre, atrayendo a descendientes y vecinos. Estas costumbres actúan como un puente entre el pasado y el presente, manteniendo viva la memoria de Poyos.

Sellos del Ayuntamiento de Poyos. / Pasos Largos

La sustracción de la lancha en el embalse de Buendía representa más que un simple delito contra la propiedad; constituye una ofensa a la historia y al espíritu de lucha de los habitantes de Santa María de Poyos. Aquellos que cultivaron la tierra, que celebraron sus festividades con devoción y que reconstruyeron sus vidas tras la inundación, encarnan un legado de honestidad y perseverancia. En contraposición, el ladrón, al actuar sin consideración por el significado del lugar, refleja una desconexión con las raíces y la cultura de la región. La imagen de la lancha, solitaria en la quietud del pantano, evoca la nostalgia por un pasado perdido, pero el acto de hurto quiebra esa serenidad. Es un recordatorio de que, incluso en lugares de memoria, la ignorancia puede ensombrecer el respeto por el pasado. Las autoridades competentes están investigando el caso y solicitan la colaboración ciudadana para esclarecer lo sucedido.

FUENTES:

Perfil de Facebook de Santa María de Poyos

Santa María de Poyos - Wikipedia

En busca de los restos de Santa María de Poyos bajo las aguas del embalse de Buendía - Cadena SER

Paredes (Cuenca) - Wikipedia

Datos sobre Santa María de Poyos - Pregunte.es

Santa María de Poyos - Enciclopedia.us.es

Ruinas de Santa María de Poyos - Buceo H2O

Información de elaboración propia