Entrevista al periodista Ángel Sastre, liberado después de 10 meses de cautiverio en Siria

30/05/2016 - 11:01 Cecilia Principe

"Uno de los peligros del periodísmo freelance es poder ser secuestrado", asegura Ángel Sastre

Apenas han pasado tres semanas desde su liberación. Otros querrían alejarse del mundo o quizás acaparar horas y horas de pantalla. Vender su historia. Ángel Sastre, experimentado reportero freelance que ha cubierto todo tipo de acontecimientos internacionales para medios como CNN +, Telecinco, Cuatro, Onda Cero, La Razón y El Confidencial, nos recibe en su casa, cordial, cercano... y un poco nervioso. Reconoce que le cuesta conciliar el sueño. También se le notan los giros idiomáticos, con acento argentino que denotan los años vividos en aquel país. Ha pasado 10 meses prisionero de una filial de Al Qaeda en Siria, pero tampoco habla con resentimiento de sus captores. Aquí, en Guadalajara, con los ruidos de la tarde entrando por la ventana y sus padres desapareciendo silenciosamente del salón en cuanto empieza la entrevista, recuerda esos 10 meses, los miedos y reflexiones, lo que aprendió y aquello de lo que se culpa, los dos libros que releyó varias veces y el que escribió durante su cautiverio, aunque ese nunca llegará a ver la luz porque se quedó en Siria, con sus carceleros. Sonríe, gesticula mucho y se enfada cuando habla del mal camino que lleva la profesión, de lo poco reconocido que está el trabajo de quienes se juegan la vida por informar de lo que pasa en ese otro mundo al que, no hace falta decirlo, tiene previsto volver.   

    

“Cuando llegas a Siria, o a cualquier otro lugar en guerra, ya tienes preparado quién va a gestionar tu secuestro ”

¿Cómo se siente después de haber vuelto a España?

Muy bien,  llevo ya tres semanas. Estoy con altibajos. Uno piensa que está bien, pero tiene esa sensación postraumática, con crisis de ansiedad y nervios. Un poco de sueño, un poco de  cansancio, pero bien, poco a poco.   

Ahora que ha pasado todo ¿vale la pena poner en riesgo la vida por el periodismo? ¿Sigue sintiendo la misma pasión por su oficio?

Sí, siento la misma pasión e interés, pero necesitamos más medios y estar mejor equipados para cubrir de la mejor forma posible este tipo de conflictos. No vale la pena que te pase esto, no vale la pena el sufrimiento de tu familia. Ni que te secuestren, no vale la pena que te maten. Pero el periodismo que intentamos llevar a cabo, sí merece la pena. Evidentemente hay sitios a los que no se puede ir todavía y probablemente en un largo tiempo. Porque el panorama del secuestro se ha vuelto desolador en países de Oriente, pero también vemos en Colombia y otros territorios donde trabajo habitualmente, que también suceden los secuestros. Merece la pena buscar la manera de seguir ejerciendo este trabajo de denuncia de estas zonas de conflicto. Y una vez más decir que nosotros no somos la noticia. Ahora somos la noticia, pero mientras hablamos y nos sacamos fotos está muriendo gente. Hay 300.000 muertos, millones de desplazados, un gobierno que bombardea sistemáticamente a su población, una revolución que está secuestrada por varias facciones radicales islamistas. Y por esto, Siria no debe caer en el olvido, como no debe caer en el olvido Irak, no debe caer en el olvido Afgnanistán, Palestina y otros muchos conflictos y, ¡ojo!, que también los hay en España. Y entonces, sí merece la pena seguir haciendo este tipo de periodismo. Pero sin que nos pase nada.
  

 ¿Cómo era el día a día durante el cautiverio? ¿Qué le permitían y qué le prohibían hacer los secuestradores?

Uno busca su rutina para no volverse loco, porque son muchas horas en distintas habitaciones. Hacíamos ejercicio, pero luego nos lo prohibieron y había una cámara que nos controlaba. Entonces andas en círculos, andas en equis. Yo me refugié en la escritura porque nos daban cuadernos. También me refugié en la lectura y al haber sólo dos libros, pues los leí como seis veces. Los libros eran libros relacionados con el Corán. Había uno que comparaba el judaísmo, con el islamismo y el cristianismo viendo como todo viene de la misma raíz. Me pareció interesante. Luego hacía anotaciones y pasaba las crónicas desde que nos atraparan en Alepo. Escribí un libro sobre mis días, sobre los 12 años que viví en América Latina y otros cinco años en territorios en guerra. Luego los volvía a pasar a limpio, lo corregía  López, mi compañero, pero luego nos separaron. Escribía artículos de opinión para mi blog, modelos para presentar en distintos programas de televisión cuando saliera... Y cuando se acaba eso, entonces te inventas… Yo no quería escribir lo que pasaba ahí dentro porque me daba mal rollo. Cuando veía que podía salir vivo, me animaba a escribirlo, pero luego pensaba que escribía algún relato por el cual podía acabar muerto. Y ya cuando se me acabaron los temas dije “voy a escribir un diario sobre todo lo que me pasa aquí”. Pero López me dijo que no, porque con el Estado Islámico cerca, pueden pensar que eres espía y entonces escribí todo en clave. Éramos una especie de caballeros de hojalata, todo ambientado en una época medieval, como El Señor de los Anillos.    

                                           
 ¿Qué puede contarnos sobre los secuestradores?

Nos quitaron todo, hasta lo que llevábamos metido debajo de nuestros pantalones. Hemos perdido todo lo que escribimos. Luego nos dieron una tele y podíamos sintonizar diferentes programas de noticias. Y de esa forma nos manteníamos informados. También tuve ocasión de discutir con ellos, con los primeros secuestradores, sobre aquellos dos libros que me dejaron leer. Ellos te intentan convertir, pero luego cuando nos llevaron con los otros secuestradores, era un trato diferente y nos separaron. Entendimos que eran los Lurs de Al Qaeda. Ya no hablaban con nosotros, no había conversación, pero nos trataron bien.
    

¿Hubo algún momento en el que sintiera que no recuperaría la libertad?

Todo el tiempo. Nos decían que nos iban a matar, a cortar los dedos. Que nuestros gobiernos no estaban haciendo nada por nosotros. Yo perdí la esperanza en ese momento. El maltrato era psicológico. Como prisioneros de guerra nos trataron bien, pero te comes la olla en una habitación de 15 metros cuadrados. Y cuando te embozan, te esposan, te llevan en coche y no sabes a dónde vas, eso es duro. Pero a mí no me han pegado ni torturado. 
  

¿Estaba mentalmente preparado para algo así?

En América Latina llevo años trabajando. Siempre anduve por los bajos fondos, viendo a sus injustos perdedores. Pero también disfruto con mi trabajo y me siento realizado por ello. Creo que es donde debo estar. Yo hago mi trabajo y voy a las villas miserias de Argentina, a las favelas de Brasil, incluso he viajado en el tren de la Bestia en México. Son los temas que a mí me apasionan. Cuando llegas ahí piensas que puede haber un secuestro y por eso hay una cadena de seguridad, ya has preparado quién va a gestionarlo en caso de que ocurra. En el momento que tenía la cabeza entre mis piernas sabía que estaba secuestrado, así que empiezas a fijarte en cosas como en qué grupo te ha secuestrado... Y estoy muy agradecido por la labor de las personas que se han encargado de nuestro secuestro, que podía haber durado 10, 15 meses o incluso haber muerto. Pero lo han hecho correctamente.

¿Qué opina del secuestro que ha sucedido esta semana en Colombia, el de la  periodista Salud Hernández Mora?

Es compañera mía y conozco esa zona. Es otro contexto, los secuestros ahí pueden durar hasta 10 años, en comparación con Siria, donde hay bombardeos y cambian de manos relativamente en poco tiempo o incluso antes mueres.  Yo tengo esperanza de que vaya a durar menos y seguramente me la encuentre, porque tengo pensando volver a aquellas zonas.

 “Los medios españoles deberían estar a la altura de los periodistas ‘freelance’ y pagar lo que valen realmente”

¿Cree que se pueden mejorar las condiciones de seguridad para este trabajo?

No, no se puede. Actualmente no se puede ir a estos sitios. Nos hemos vuelto un tesoro para ellos. Nos denominan los pollos blancos. Somos muy rentables. Antes, la manera de entrar era con los rebeldes de seguridad, los Aran shaan, pero en este momento no funciona porque el control está en manos del Estado Islámico y Al Qaeda. En Irak, quizá con los Pesmergas kurdos puedas entrar, y en Afganistán con el ejército afgano, porque los marines ya no hacen empotramiento. ¿Cómo define  el concepto de periodismo ‘freelance’?
    El periodismo freelance se ha vuelto muy, muy precario. Y los medios españoles deberían estar a la altura de los reporteros  españoles que vamos allí. Porque de nada sirve si no hay una contraparte que agarre el teléfono, te guarde un espacio y pague lo que vale.  Yo quiero que me paguen por las crónicas que yo hago en estos sitios, no pido nada más. No es lo mismo una crónica desde Alepo que una crónica desde las fiestas de Lupiana. El mundo freelance es la joda, que dirían en Argentina, a 50 o 30 por pieza. Se tendrá que estabilizar de alguna forma y no pagar al que menos me cobre, o al que más rápido me lo ofrezca, y si quiero pago a éste y si no, pues me busco uno que  sea más económico... ¿Entonces qué es esto? ¿Qué es el periodismo? ¿Una profesión de élite, que sólo unos pocos pueden hacer? Esto tendrá que acabar de alguna manera y habrá que empezar a pagar por la información. Porque la información gratuita no puede ser. En algún momento deberá estabilizarse, porque si no se acabará y no habrá información de allí. 

¿Por qué está tan mal reconocido este tipo de periodismo? ¿Es porque a la gente no le interesan estos temas?

Soy de los últimos que recibo unos ciertos fijos por La Razón. Pero, para muchos la situación es peor. ¿Te digo cuánto te vale 15 días en Siria? Unos 3.000 euros, ¿Cómo los sacas  si te pagan a 50 a 30 euros por nota o por video? Así es imposible. Es el debate de siempre. ¿Somos nosotros o es la gente? Yo hago y escribo lo que me interesa, la gente no sé. Yo no voy a educar a la gente. 

¿Hace algo más a parte de periodismo extremo?

Yo hago muchas cosas, no hago sólo periodismo de guerra. Si no me volvería loco. Me pueden ver en mi blog, nadando con tiburones en Costa Rica, o en festivales gastronómicos y en cosas más pueriles y superficiales. Yo disfruto mucho y sé que cada cierto tiempo debo hacer mi trabajo. Me comparo con los médicos, que también está muy bien hacer cirugías estéticas, pero de vez en cuando me iría con los médicos sin fronteras a ejercer mi verdadera labor. Yo disfruto comiendo un asadito en Argentina, pero porque luego sé que iré a hacer mi verdadero trabajo y a aportar mi granito de arena. Como periodista es mi labor y quiero también pasármelo bien y recuperar mi estado de felicidad que tenía antes. 
  

 ¿Qué opinan sus padres?

Mis padres son unos campeones, de los que estoy muy orgulloso. Pero no tienen porque aguantar estas cosas. Ellos confiaban en mí y sabían que no era un loco de la colina, un kamikaze. No hice las cosas bien y no salí a tiempo de Siria.
    

¿Se siente responsable de lo que ocurrió en Siria?

Sí, el sentimiento de culpa es casi peor que morir. Porque desde el principio no fui con un fixer –guía– adecuado. No salí a tiempo de allí, me pudo la ansiedad. La cosa  pintaba mal desde el principio, hasta se paró el reloj de Antonio. Eso fue como un símbolo de lo que nos ocurrió después. Puedes pensar que fue muy largo o muy corto , pero perdí casi un año allí.
 

¿Volverá a Siria en algún momento?

Ahora no. No se puede entrar en Siria de forma segura en este momento. Pero hay otros muchos conflictos, hay 100 guerras activas en la actualidad. Muere todos los días gente que está en guerra en África, por ejemplo...Hay mucho trabajo.
En unas horas regresará a Buenos Aires, donde reside habitualmente… ¿Tiene algún proyecto inmediato?
    Volver a Argentina y recuperar mi corresponsalía en América latina. También ir a la Ruta Quetzal en México, pues pienso que me vendrá bien. Me encanta todo lo que tenga que ver con la aventura. Pero eso sí, sin sufrimiento y sin drama.
    

¿Piensa publicar su experiencia?

Me llamó la editorial Planeta, pero no he podido reunirme con ellos todavía, porque me agoto en este momento. También es frustrante porque ya tenía el libro y me lo quitaron allí en Siria.