
Fuentenovilla celebra con emoción la Fiesta de los Mayos, símbolo de unión y tradición
La villa alcarreña de Fuentenovilla vivió este 30 de abril y 1 de mayo una de sus celebraciones más queridas: la Fiesta de los Mayos. Entre limonada, cantos, esfuerzo colectivo y mucha emoción, vecinos de todas las edades se unieron para mantener viva una tradición que simboliza la identidad, el orgullo y arraigo.
En una tarde fresca, con algo de sol, nubes y viento, a eso de las cinco, la mocedad fuentenovillera —la de anteayer, la de ayer, la de hoy y la de mañana— se dirigió a la chopera de la Fuente del Oso para cortar el gran mayo elegido este año por el único quinto de 2025, Alonso Martínez, quien alcanzó la mayoría de edad el pasado 12 de enero. El árbol elegido tenía nada menos que 21 metros de altura, un notable grosor, y por lo tanto, un peso considerable.
La jornada comenzó con la tradicional limonada, preparada por la familia del protagonista y compartida con todo el pueblo en un ambiente festivo y de hermandad. El encargado de cortar el mayo fue Pedro Juan de Lara, 'Perico', veterano de esta tradición y profundo conocedor de la misma.
“La de los mayos es una tradición muy bonita, muy de nuestro pueblo, en la que todo el mundo colabora”, afirmaba emocionado Pedro Juan, quien este año asumió la dirección del grupo de más de 50 mozos ante la ausencia este año de su tío, José Luis Rivas, otro de los referentes de esta fiesta.
Ya en el Corralón, a espaldas de la Iglesia, Pedro Juan marcó los pasos clave: desde la bajada del tronco del remolque —una maniobra que tiene su ciencia— hasta su traslado a la plaza. Antiguamente, este esfuerzo era aún mayor, cuando los mozos transportaban el mayo a hombros durante kilómetros, desde su corta en cualquiera de las choperas del pueblo.
En la plaza aguardaban las dos “cabrillas”, palos de chopo cruzados que, con fuerza colectiva y mucha coordinación, permiten izar el mayo. Una de las cabrillas es más grande que la otra, y ambas se utilizan de forma alterna y estratégica, empujadas por la fuerza local, siempre bajo la dirección de los que más saben. El izado del mayo en la plaza comenzó poco después de las siete de la tarde y finalizó hacia las 20:30 horas.
“Poner el mayo lleva su trabajo, y más que nada, organización. Cuando empieza a hablar todo el mundo… malo, está la cosa perdida. Lo que hay que hacer es que alguien que sepa cómo va el tema, dirija. Este año he sido yo, pero podía haber sido cualquier otro”, explicaba Perico.
Una vez erguido y apuntalado, el mayo se alzó, un año más, imponente sobre los tejados de Fuentenovilla, con la Iglesia como fondo y por encima de ella.
La fiesta continuó a medianoche con el canto de los tradicionales ‘Mayos a la Virgen’ frente a la picota, junto a la Iglesia. Después, el quinto pidió permiso a la alcaldesa, Montserrat Rivas, para iniciar la ronda y cantar los mayos a las mozas del pueblo. Como manda la tradición, la primera parada fue en casa de la regidora municipal, quien recibió a la comitiva con moscatel y bollos.
Alonso Martínez, no ocultaba su emoción tras vivir tan intensamente estas dos jornadas. “Para mí, la tradición de los mayos supone mucho orgullo. Tengo la herencia de mis padres, que siempre lo han vivido en el pueblo. Me gusta que se haga al modo tradicional, que se suba a la antigua usanza. Siempre lo recordaré. Me encanta este día”, afirmaba con entusiasmo.
La ronda se prolongó hasta bien entrada la madrugada, cerca de las cuatro. Se escapó alguna gota, y se vio algún relámpago en el horizonte, pero no llovió con fuerza. Así que la ronda pudo recorrer las casas donde viven mozas solteras, como manda la costumbre.
Finalmente, esta mañana, la del 1 de mayo, los quintos han recorrido las casas del pueblo para pedir la “cuota del mayo”. Lo recaudado servirá para organizar la tradicional barbacoa con la que se cierra esta entrañable y esperada celebración, que precede a las fiestas de Fuentenovilla.