Hallan muy ‘vivo’ al Santo Niño Perdido

13/01/2025 - 17:25 Laura Alcántara / Paco Campos

El buen tiempo acompañó la Fiesta del Santo Niño Perdido en Valdenuño Fernández, convirtiéndola en una edición inolvidable. Bajo un sol radiante y con el calor humano como protagonista, esta fiesta destacó una vez más por sus singularidades, reafirmando su merecida designación como Fiesta de Interés Turístico Regional y Provincial. Vecinos, visitantes y autoridades, con el alcalde, Luis Miguel Rodríguez Espinosa, como anfitrión, fueron testigos de su relevancia.

FOTOS: LAURA ALCÁNTARA


Apoyo institucional
La cita tuvo un gran respaldo institucional. Por parte de la Junta acudieron la consejera de Bienestar Social, Bárbara García Torijano, y la delegada de Sanidad, Pilar Cuevas; por  la Diputación provincial, la vicepresidenta primera, Susana Alcalde, y la diputada delegada de Administración Digital, Elena Cañeque; así como las concejalas de Guadalajara y El Casar, Gema Mínguez y Ainhoa Carpintero, respectivamente.
La jornada comenzó en una helada mañana en la que la Ronda de Botarga y Danzantes recorrió las calles del pueblo. Tres danzantes, Álvaro Bedoya, Rodrigo Catalina y Diego Díaz-Jorge, el más joven, con 17 años, y el chico del tambor, Óscar Álvarez, se estrenaron por primera vez en la fiesta. La tradicional batalla entre la botaga y los danzantes no faltó a su cita. La comitiva fue casa por casa deseando un feliz 2025.


La figura enigmática de la botarga, con máscara y traje parcheado de vivos colores -rojo, amarillo, marrón y verde- asombró a los vecinos, que se unieron a la búsqueda del Niño Perdido. La botarga, fiel a su papel, provocó a los vecinos durante todo el día. Frente a la iglesia, exigió donativos a los fieles para permitirles la entrada a la misa mayor. El sonido de tambor, campañillas y paloteo inundó las calles, mientras los más pequeños, correteando por delante y alrededor por la botarga, disfrutaban de sus travesuras, consolidando una tradición que asegura su continuidad a través de generaciones.

Misa
La misa se celebró en la iglesia parroquial de San Bernabé Apóstol, con la presencia del alcalde y otros asistentes. Allí, el Niño Perdido fue encontrado. Los danzantes ofrecieron su tradicional paloteo, con un posterior baile en la plaza,  junto a la botarga. 

Durante la liturgia, este personaje, entre tierno y demoníaco, no dejó de chinchar a los feligreses, golpeando sus hombros con las castañuelas. Aunque no pudiera parecer, este rito tiene la finalidad de protegerles de los males, pese a que no faltaron sobresaltos, como el del momento en que arrojó al suelo el cestillo con las ofrendas, que a priori, si se desconoce la leyenda, pudiera interpretarse como una alegoría del mal.
Procesión
Por la tarde, la procesión del Niño Perdido no defraudó a los presentes. La fiesta concluyó con la tradicional guerra de naranjas, en la que los vecinos lanzaron cítricos contra la botarga, que esquivó los impactos con su palo y sus castañuelas, en un ritual divertido y simbólico de esta singular celebración.

Se llevó a cabo la esperada rifa de la cordera viva, una anguila de mazapán, un jamón, embutidos ibéricos, vino y diversos regalos sorpresa.

El acto central de la fiesta de La Botarga puso ayer el broche de oro a un fin de semana en el que se han desarrollado varias actividades. El programa comenzó el viernes con un ambiente festivo y nocturno. A partir de la medianoche, el escenario se llenó de energía con la actuación del Grupo Los Calambres, seguido por una animada sesión de DJ Berny, que puso a bailar a todos los asistentes con su música. 

El sábado, también a las 00:00 horas, fue el turno del Grupo Bandera Negra, conocido por su estilo vibrante y dinámico, que hizo que la noche fuera inolvidable para quienes buscaban disfrutar de buena música y un ambiente acogedor.

Orígenes
El 18 de diciembre de 2018 el  Gobierno regional aprobaba la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional de la Botarga de Valdenuño Fernández o fiesta del Santo Niño Perdido.

Desde sus inicios, hace tres siglos, se ha celebrado de forma  ininterrumpida, salvo los diez años siguientes a la Guerra Civil, década en la que se suspendió por considerarse una fiesta pagana. Cada año se recuerda este acontecimiento el primer domingo después de la festividad de Reyes, con la participación del pueblo entero en dicha celebración.