Karl Rahner: Reflexión teológica sobre la Navidad


¿Se puede decir hoy en serio qué significa celebrar la Navidad? No se pueden dar recetas generales,pero podemos atrevernos a dar algo parecido a una receta.

He sido un lector asiduo de la obra de Karl Rahner, admirando siempre su inmenso saber bíblico, patrístico y su conocimiento de los grandes teólogos en todas las épocas de la Iglesia. Los trece tomos que forman sus Escritos de teología me han llevado a considerarle como Santo Tomás de Aquino en el siglo XX, aunque en esto haya disidentes. Un trabajo que me impresionó ya en 1960 es el que menciono en el título de este artículo. Se publicó en 1955 y está incluido en el tomo segundo de los Escritos, pp. 34-46 (de la edición alemana).

Comienza con una exclamación: ¡Navidad! ¿Se puede decir hoy en serio qué significa celebrar la Navidad? No se pueden dar recetas generales, pero podemos atrevernos con cierto temor, a dar algo parecido a una receta. Y la primera proposición que sigue es: “Ten el valor de estar solo”. En esa soledad no hay que discurrir como si estuviéramos preparando una lección, sino contemplar de la manera más quieta y simple el misterio de que Dios se hace hombre. Después de varias reflexiones sobre la meditación solitaria en la gracia de la Encarnación, viene la tesis original del estudio. Nosotros concebimos la Encarnación del Verbo como una gracia que sigue a la creación. Pero el Nuevo Testamento y la tradición de la Iglesia nos obligan a cambiar el orden. Dios ha decretado desde toda la eternidad unirse a la criatura que él mismo había de crear o poner en este mundo. De esa manera, la encarnación era lo inicialmente decidido, y la creación del mundo lo derivado en vista de la decisión primera. No hay, pues, creación como orden natural y después el hecho sobrenatural de la redención, sino al revés: primero fue el proyecto divino de elevar a la naturaleza humana uniéndose con ella la persona divina, y después la creación. 

    Formulada la tesis teológica, el maestro nos invita a volver a la contemplación silenciosa. “Si aceptamos la muda sublimidad, que nos rodea como lejanía y al mismo tiempo como cercana fuerza dominadora, y la aceptamos como la cercanía protectora y el tierno amor, que se da sin reservas; si tenemos el valor de entendernos, como solo se puede lograr en la gracia y en la fe, entonces habremos tenido la experiencia navideña de la gracia en la fe. Esa experiencia es sencilla, pero es la paz prometida a los hombres de la benevolencia divina en la buena voluntad” (p. 45). 

   El alemán de Karl Rahner es algo complicado. De hecho, el gran pensador tenía un hermano, Hugo, profesor de liturgia en Insbruk, donde Karl era profesor de teología dogmática. Cuando Hugo se jubiló, alguien le preguntó a qué se iba a dedicar en el retiro, y dicen que el profesor Hugo Rahner contestó: voy a tratar de traducir las obras de mi hermano al alemán”. Yo he tratado de transmitir en castellano de Pastrana las ideas básicas de un artículo que, aconsejando la soledad en 1955, parece estar escrito para las Navidades de 2021: “Ten el valor de quedarte solo y de concentrarte en el misterio de Dios que se hace hombre, sin preparar una conferencia.