La dependencia emocional en la violencia de género


Hemos de impedir que se transmita la cultura machista. Hemos heredado una sociedad machista y misógina, pero no debemos dejarla en herencia. No podemos dejarla en herencia.

El año 2024, sumó 48 mujeres víctimas mortales por violencia de género. 11 varones consumaron el suicidio y 6 realizaron una tentativa. Y en lo que llevamos de 2025, 13 mujeres han sido víctimas mortales por violencia de género. 0 varones consumaron el suicidio y 1 realizó tentativa. 

Estamos ante violencias sistemáticas, continuadas, donde el agresor machista ha construido su mundo alrededor de la dominación traumática, de la que define como su mujer. El sometimiento se convierte en razón de vida del agresor. Cuando mata a la que define como “su” mujer, la vida pierde el sentido para el torturador. 

La prevalencia de pensamientos suicidas entre las mujeres que han sido víctimas de violencia de una pareja es cinco veces superior a la de aquellas que no la han padecido (25,5% frente al 4,7%).

Sufrir violencia machista por parte de la pareja o expareja, impacta en el equilibrio emocional de las mujeres, quiebra su salud mental, y es un factor precipitante de conductas suicidas, atrapadas como están en la tela de araña del maltratador. 

Es en un contexto de angustia, depresión, desesperanza, donde se produce un suicidio que no es voluntario, sino inducido, provocado, como desvelan las autopsias psicológicas que determinan la relación causal entre maltrato machista y autolisis. 

La persona se enamora del Dr. Jekill y cuando aparece Mr. Hyde cree que conseguirá que desaparezca. No es así, y cuando el vínculo afectivo no es suficiente, surgen las amenazas, que hacen temer incluso sobre la seguridad de los hijos o de otros familiares.

Muchos varones resentidos, despechados, obsesionados, que en su fuero interno consideran que la libertad conquistada por las mujeres atenta contra la esencia de su identidad, cuando dan el paso como agresores se empeñan en ofuscarse, matar, y en ocasiones están dispuestos a morir. 

La dependencia emocional cursa ocasionalmente en las víctimas con síntomas como asunción de derrota y resignación, ansiedad y angustia, bloqueo y pasividad, pesimismo y depresión, miedo continuado ante una realidad negativa, en gran medida incontrolable, esperanza de que remita la violencia o aceptación de la misma, para que no siga en aumento.

Las victimas suelen ser vulnerables por dependencia económica o emocional. Indefensión aprendida; dependencia emocional, profundicen en estos conceptos, para entender a la víctima, para ayudarla desde el exterior, aun cuando pareciera no lo desea.

Su realidad es vivir aterrorizada, sentir el hogar como un zulo, ser masacrada emocionalmente por alguien que transmite que te quiere y que mereces esa violencia aleccionadora. 

El estado de terror psicológico que provoca la violencia de género puede inhibir la respuesta de huida, las múltiples alteraciones psicológicas entorpecen el pensamiento y la acción. El miedo permanente resulta devastador y se convierte en paralizante cuando deviene en pánico. La mujer víctima de maltrato habitual presenta un cuadro de estrés cronificado.

Afrontar la violencia de género solo puede realizarse con visos de un cierto éxito desde una profunda educación ejercida en los distintos ámbitos.

Eduquemos en el respeto a la autonomía del otro. Estrategias de la resolución de problemas. Fortalecimiento ante la frustración. Inoculación de estrés para aprender a soportar, controlar y regular niveles cada vez más altos de este. 

Hemos de impedir que se transmita la cultura machista. No gestionarla. Y desde luego las agresiones sexuales en grupo, cual jauría nos indican que esta sociedad de búsqueda de placer inmediato, de desresponsabilización individual, del cliente en vez del ciudadano, del primero yo, de padres equívocos abogados de los hijos, va mal encaminada. Hemos heredado una sociedad machista y misógina, pero no debemos dejarla en herencia. No podemos dejarla en herencia.

Se debe fomentar la autoestima y el empoderamiento de las mujeres: desarrollar una identidad propia, un proyecto de vida personal y profesional, unas metas y unos valores que no dependan de la pareja o del hombre. Reivindicar el derecho al cuidado propio y ajeno: reconocer el valor social del trabajo doméstico y de cuidados que realizan mayoritariamente las mujeres, exigir su corresponsabilidad por parte de los hombres y del Estado, reclamar tiempo y espacios para el autocuidado físico y emocional.

Javier Urra es uno de los 52 expertos del Pacto de Estado contra la Violencia de Género.