La larga vida municipal de la alcaldesa de Millana: "He luchado y sigo luchando mucho"

16/05/2022 - 17:46 FCV

La alcaldesa de Millana, Marisol Lope Pardo, tiene 61 años. Lleva 32 años como regidora y cuatro más como edil, más de media vida dedicada en cuerpo y alma al pueblo.

La clave: “Luché y estoy luchando mucho”. Directo y al grano. Sus concisas palabras plasman todo lo que los vecinos de un pequeño pueblo valoran de un primer edil por encima de otras cosas. Ella sabe cuáles son las claves, estar siempre pendiente de las demandas del municipio: “me pongo las botas de agua y voy a atender una rotura de tuberías o echo cloro al depósito…”.

Es natural del pueblo, una enamorada de sus gentes y paisajes. “Valoro muchísimo la colaboración de los vecinos, la Asociación de Jubilados, y, algo que es fundamental para mí, y que en caso contrario no estaría aquí, es la buena armonía que hay en la Corporación municipal”, porque si no “no hubiera aguantado los años que llevo”.

Recuerda que cuando cogió el bastón de mando se encontró con que “se acababa de hacer una obra que costaba un millón de las antiguas pesetas y había que pagarla”. La cuestión era “que Diputación me tenía que abonar ese dinero que no llegaba”. Un crédito le permitió sufragar el importe: “Entonces me fui a Diputación y les dije que no me levantaba hasta que me dieran el dinero. Recuerdo que a las dos de la tarde lo logré, lo cogí y lo metí en la caja de Sacedón”.

Otro de los pequeños, pero grandes problemas para un municipio que tiene 140 empadronados, de los que 60 residen habitualmente: “El frontón no se acababa y cuando lo logramos… No puedo expresar con palabras la ilusión que sentí”.

En la pasada legislatura concluyó otro empeño, la finalización de las pistas de pádel.

“Valoro mucho que la gente que esté en el Ayuntamiento sea del pueblo, porque hay que estar al pie del cañón, hay que ser fontanero, ingeniero, arquitecto… Siempre hay que estar aquí”, remarca.

Ahora su gran aspiración es que en verano la Junta tenga finalizado el pozo que va a ejecutar, porque recuerda con amargura el problema que tuvieron el año pasado con el suministro de agua: “El número de vecinos se triplicó y tuvimos que abastecerlos con 500 cisternas… Los días de fiesta tuve que comprar cubas de agua”, rememora. Y es que, cuando aterrizan los hijos del pueblo y sus familias, con la llegada de la etapa estival el consumo se multiplica exponencialmente, “problema que alcanza su culmen cuando, el 29 de agosto, llegan las fiestas patronales, días en los que el arroyo bajó una barbaridad”.