La nariz electrónica, una poderosa herramienta capaz de detectar trufas a través del olor
Con este dispositivo se podrá prescindir de animales buscadores de este diamante negro
Una nariz electrónica es un dispositivo con capacidad analítica cuya finalidad es detectar los compuestos orgánicos volátiles que forman parte de una muestra aromática pudiendo, de esa forma, reconocerla o discriminarla dentro de un conjunto de sustancias olorosas. La nariz electrónica se considera parte de un área de investigación denominada “biomímesis”, que es la ciencia que estudia a la naturaleza y aplica sus esquemas de funcionamiento o actuación a herramientas mecánicas o electrónicas. Ligado al área de las trufas, las narices electrónicas son sensores de olor que pueden percibir aromas con el mismo grado de fiabilidad que pueda tener cualquier sistema olfativo, y llegando a ser, incluso, más potentes y selectivas.
Servicios Truferos Aparicio (PADIDÚ) lanza esta avanzada tecnología para que los agricultores de trufas la empleen en la búsqueda de esta materia prima. De esta forma, “se conseguirá prescindir de los servicios que, a día de hoy, nos conceden los perros y animales buscadores de trufas”, explica Juan Carlos García Aparicio, director ejecutivo de la empresa.
Todo olor tiene una secuencia de enzimas
Gracias a los avances científicos se ha demostrado que de un producto se puede llegar a secuenciar un determinado olor a través de sus enzimas. Es por ello que la nariz electrónica que se quiere implementar en el sector de la truficultura, por parte de Servicios Truferos Aparicio, detecta las enzimas naturales que rezuman el olor de la trufa.
El funcionamiento de esta máquina se basa en localizar el aroma de este oro negro y seleccionarlo según su grado de madurez y saturación. Se trata de un robot pequeño y dinámico con una autonomía de trabajo de cuatro a seis horas que se irá desplazando por la finca digitalizada de árbol en árbol y por los pasillos centrales de la explotación. Una vez que comience a rastrear los olores que desprenden las trufas, descartan aquellos que no se encuentren en los márgenes establecidos (el valor del olor que liberan estas enzimas se comprende entre el 5 y el 5,9). La geolocalización de cada trufa podrá tener una desviación máxima de dos centímetros.
Esta tecnología toma y analiza en diferentes intervalos diversas muestras de aire a través de varios sensores de gases capaces de medir un componente u olor. Para analizar los olores se tienen en cuenta factores como la temperatura, la humedad y el polvo que puedan afectar a la calidad de la muestra. En este caso, como ha sido programada para identificar los aromas que expulsan las trufas, dicha muestra se compara con unos patrones usando algoritmos. Los datos recopilados por el robot se depositarán en tres carpetas diferentes dentro de un ordenador. Como resultado ofrecerán un informe detallado de los factores medidos de la muestra y las trufas se clasificarán como: trufa verde con olores inferiores a 5,5; trufa óptima con olores entre 5,5 y 5,7 (apta para recolectar); y trufa madura o pasada con olores superiores a 5,9 (descartada, pudiendo extraerse para utilizarse como espora nutriente en un futuro, siempre que no afecte al resto de las trufas que contiene el nido).
Puede identificar golpes diferentes uno al lado de otro o encima. Los sensores de la nariz electrónica pasan entre tres y cuatro centímetros de la superficie de la tierra. En el momento que la trufa emite olor la nariz lo huele. La nariz huele por igual todas las trufas y te la marca según el grado de saturación que tenga.
Si quieres descubrir cómo optimizar el rendimiento de trufa óptima no te puedes perder el siguiente reportaje sobre la resonancia magnética del terreno el viernes, 25 de marzo, en el que se revelarán todos los detalles al respecto.