La resonancia magnética del terreno muestra el volumen y el peso de las trufas antes de su extracción
Esta técnica depende de la nariz electrónica que detecta la trufa mediante su olor
La magia a la hora de extraer y recolectar trufa es no saber cuál es el tamaño, el peso, ni el grado de saturacion del aroma de este diamante negro. Aquí es, precisamente, donde radica el meollo del asunto. Conocer las características de esta materia prima es toda una incertidumbre hasta que la trufa no es extraída por completo.
Después de que la nariz electrónica haya hecho su labor y, por consiguiente, haya encontrado las trufas mediante el olor, es cuando la resonancia magnética del terreno entra en juego.
No obstante, este dispositivo solo tendrá valor para que funcione sobre aquellas trufas que correspondan a un determinado grupo, según su secuencia de enzimas, las cuales son capaces de identificar y ofrecer, gracias a su aroma, un diagnóstico detallado sobre su madurez. En este caso, nos estamos refiriendo a las que pertenecen al grupo dos. Para entenderlo mejor: existen tres tipos diferentes de trufas, clasificadas según su estado de maduración. Por un lado está la trufa verde o temprana, que posee olores inferiores a 5,5; por otro lado, se halla la trufa óptima, -perteneciente a la clase dos-, con olores entre 5,5 y 5,7, la cual es apta para su recolección; y, por último, cabe la posibilidad de toparse con la trufa que ya se ha pasado y tiene un grado de maduración muy alto con olores superiores a 5,9.
Pues bien, las trufas que se concentran en el grupo dos son aquellas en las que incide este dispositivo, que depende directamente de los datos recopilados por la nariz electrónica. Este robot se dirigirá allá donde se encuentren las trufas de clase dos, indicadas y señaladas previamente por la nariz. Su misión es escanear esa parte del subsuelo para determinar la localización exacta en la que se hallan las trufas óptimas y cualquier otro elemento propio en este cultivo (raíces, piedras...), para así priorizar un tipo de extracción u otra; pero además, el robot también especificaría el volumen de las mismas. “Conociendo los datos relativos al tamaño de la trufa que proporcione la resonancia magnética, haremos una estimación lógica de su peso, ya que estos dos valores siempre han ido de la mano”, sopesa Juan Carlos García Aparicio, dueño e inventor legítimo de esta innovadora herramienta y CEO de su empresa, Servicios Truferos Aparicio (PADIDÚ), que es la encargada responsable de todas estas patentes. Por ejemplo, si la trufa posee una maduración de 5,5 y pesa 30 gramos, el agricultor podrá esperarse una semana más para extraerla con el objetivo de incrementar su volumen y, por lo tanto, su peso hasta un 30% ó 40%. Es decir, esa misma trufa en tan solo una semana podría llegar a pesar 42 o 45 gramos. Hay que esclarecer que los comerciantes de trufa venden su producto en función a su peso y no por unidades, por eso es tan importante y valiosa esta técnica, pues dado su excelente rendimiento se obtiene mayor rentabilidad y más beneficios económicos.
No hay que olvidar que este dispositivo también sirve para que el género no sea dañado cuando se proceda a su extracción.
En definitiva, se trata de un método innovador que permite conocer el aspecto, el estado y las propiedades de este oro negro mientras crece bajo suelo, permitiendo así el aumento de su volumen y su peso con el mismo trabajo y coste de la explotacion. Y además, con él se puede llegar a prescindir de los animales buscadores de trufas que se emplean en la actualidad.
El viernes, 1 de abril, se estrena el próximo reportaje acerca de la extracción automatizada de la trufa.