Literatura localista

30/05/2020 - 14:16 José Serrano Belinchón

Las ediciones en tiradas cortas, que es lo propio de esta clase de publicaciones, resultan costosas, requieren un tratamiento generoso en imágenes.

Llamamos “Literatura localista” a la que tiene por misión dar a conocer la vida de un pueblo, con especial atención al costumbrismo local, al paisaje y a su particular historia. La literatura localista es muy antigua; al hombre de todos los tiempos le sedujo escribir acerca de la tierra en la que desarrolla su vida, bien por el deseo de honrarla o por el simple hecho de darla a conocer. Durante los últimos treinta años los escritos de esta clase se han generalizado de manera sorprendente. Se trata de una modalidad peculiar que no debiera pasar inadvertida, pues posee unas cualidades propias muy significativas, entre las que se cuenta el conocimiento profundo del lugar sobre el que se escribe, su importancia en el pasado y en el momento presente, por lo que se debe evitar la tentación de caer en lo común con apariencia de exclusivo, y olvidarse por completo de llegarlo a considerar como objeto de ganancia, pues el número de sus posibles lectores tiene como apoyo un censo de población bastante reducido, aun contando con los oriundos que viven fuera de su lugar de origen.
Las ediciones en tiradas cortas, que es lo propio de esta clase de publicaciones, resultan costosas, requieren un tratamiento generoso en imágenes. La fotografía es parte fundamental en la literatura localista. A la gente no le gusta leer, preferimos que las ideas nos lleguen por impacto visual lo menos molesto posible, a lo que contribuye una buena fotografía en color que es lo que encarece los libros; de ahí la popularidad y el éxito de las guías turísticas de años atrás, que tanto dieron a ganar a ciertas editoriales y tanto ayudaron a conocer España.
Bienvenida sea esta clase de publicaciones de temática local con el protagonismo exclusivo de alguno de nuestros pueblos. Sabemos muy bien que muchos de los lugares que antes fueron, hoy solo son un montón de piedras en medio del campo; otros han perdido el elemento humano que les dio la vida; otros pueden desaparecer antes o después si no se les pone remedio, cosa harto difícil. Concluyo con el párrafo que extraigo de una carta manuscrita de don Miguel Delibes, fechada en abril de 1986, en la que me decía esto: “Le felicito en su proyecto de sacar a la luz hasta el pueblo más escondido de esa hermosa tierra de Castilla, que si Dios no lo remedia acabará viviendo únicamente en los libros”. Son palabras sabias de un añorado maestro, del cantor del campo de Castilla, que nos dejó en herencia el fruto de su talento.