Lo de la vivienda
Uno de los vídeos más virales que se difunden en las redes sociales es el perfil de José Elías (Audax y la Sirena), el cual habla con libertad absoluta sobre economía y sociedad. En dichos clips, manifiesta que la clase media que nos han enseñado debería ser poder comprarse una casa solo (es decir, no en pareja), tener coche en propiedad, no preocuparse de cenar fuera de casa a partir del día 20 de cada mes y poder escaparse de vacaciones un par de semanas al año. Pare unos segundos de la lectura de esta columna ¿Cuánta gente como esta conoce en su entorno? Si le cuesta completar como cifra los dedos de ambos manos, es que esa normalidad de nuestros padres se ha convertido es un anhelo aspiracional difícil de concretar. En términos macroeconómicos, hay un enorme problema de la vivienda que no es nuevo y que ni se ha solucionado, ni tiene pinta de solucionarse (de forma barata) a corto plazo.
Igual que en el año 2008 había un problema especulativo con la vivienda, ahora mismo en 2025 hay una carencia de oferta a disposición de los propietarios. No ha habido un aumento de población salvaje (en esta década y media se ha pasado de 46 a 49 millones de vecinos), pero sí un sofrito que ha provocado que las viviendas existentes no salgan en alquiler. Las razones, más allá de la criminalización de los rentistas, a los cuales se les ha comparado con desalmados fondos buitres, es una carencia de suelo disponible, unas leyes laxas que favorecen al okupa o al inquilino irregular, una concentración de puestos de trabajo en ciertas zonas (las cuales han pasado a ser tensionadas) y la confirmación de que el ladrillo es la forma favorita del ahorro de los españoles que dejan de lado depósitos o fondos para tener bienes inmuebles en cartera. Todo ello provoca que los precios actuales estén muy por encima de los salarios reales. Una vivienda nueva en cualquier capital mediana de provincia supera ya con normalidad los 3.000 euros/metro cuadrado y es obvio que choca con las nóminas.
Eso sí, las continuas subidas del Salario Mínimo (previsto al menos un 4,4% en 2025), están acercando el SMI al sueldo medio y mediano y la acumulación de los costes laborales provocando una aglomeración de personas en torno al umbral inferior de la distribución de ingresos y un enorme salto para ascender al siguiente peldaño de la escalera colectiva. A su vez, la creciente presión fiscal, laboral, social e impositiva, provoca que los márgenes empresariales se reduzcan reduciendo la competitividad y la productividad de nuestras empresas. Cada vez hay más empleo, pero caro y de menor calidad y también cada vez hay más personas descontentas que quieren progresar pero no pueden porque no se lo permiten las normas del juego. El esquema de este último gobierno ha sido el siguiente: la clase baja está cada vez más cubierta, la clase media cada vez más frustrada y la clase alta cada más reducida porque simplemente se termina yendo. Solo hay que ver las estadísticas de la AEAT del pasado año sobre la campaña del IRPF
El Gobierno (cabe recordar que Pedro Sánchez lleva desde 2018 en el poder) ha sacado una serie de medidas que no dejan de ser parches o imposiciones a cosas que nunca tenían que haberse tocado. Aquí cuatro soluciones sencillas: 1 Protección absoluta de la propiedad privada. 2 Liberalización de suelo con reserva de vivienda a precio tasado. 3 Deducciones fiscales progresivas para inquilino y propietario para alquiler según su renta y 4 Flexibilización del mercado laboral para incentivar el esfuerzo individual. Sin ellas, el resto de opciones son brindis al sol. Tendremos 2 o 3 años de crecimiento económico hasta la siguiente burbuja o hasta el siguiente acontecimiento exógeno que ponga los tipos de interés en las nubes. Es necesario organizar la sociedad para ese momento. Si organizamos el país hacia el alquiler, ¿cómo podremos pagarlo el día de nuestra jubilación? Si ideologizamos la vivienda, vamos por mal camino.