Los diarios

13/10/2019 - 16:53 José Serrano Belinchón

 En Literatura existe una modalidad, los “Diarios”, en los que se da cuenta de los actos, reales o imaginarios, que han ocurrido día tras día en la vida de un personaje.

 La palabra “diario” por cuanto a su significado se refiere, tiene diferentes acepciones; todas coinciden en algo relacionado con el correr los días, si bien, hay diarios específicos, como “Diario de navegación”, “Diario de operaciones”, “Diario de gastos”, y otros. En Literatura existe una modalidad, los “Diarios”, en los que se da cuenta de los actos, reales o imaginarios, que han ocurrido día tras día en la vida de un personaje: el autor, o una simple figura de ficción como protagonista de lo que en él cuenta, de lo que ha sido su vida a lo largo de un marcado periodo de tiempo, señalando únicamente lo más importante, según él, ocurrido durante las últimas veinticuatro horas, a manera de sencillas notas de agenda, pues en realidad lo son. Muy conocidos durante la segunda mitad del siglo XX han sido los “diarios” de un Cazador o de un Emigrante, del insigne autor castellano Miguel Delibes, que ya, de paso, os recomiendo leer.

Quien esto dice, yo mismo, hubo un tiempo en el que creció mi interés por escribir un “diario”, teniendo en cuenta el principal de los inconvenientes que me podría presentar el proyecto, es decir, esos días blancos en los que, llegada la noche, me encontraría sin tener nada que contar que valiera la pena. Al final me decidí. Abarcaría el periodo de tiempo que va desde el 21 de septiembre de aquel año, el 1995, hasta el 20 del mismo mes del año siguiente. Tuve la osadía de que fuese apareciendo en “Nueva Alcarria” semanalmente. Me dio un lector insigne, de muy feliz recuerdo, un amigo que desgraciadamente ya no cuenta entre nosotros. A Manu Leguineche me refiero, a quién de manera muy sentida, dedico hoy este trabajo. 

Como muestra de lo que aquello fue, transcribo el sencillo texto correspondiente a aquel día, de veinticuatro años atrás, y que decía así: “11 de octubre”.- Precisamente hoy, recordando que en el pueblo andan de fiesta y feria, ha caído en mis manos un librito de Gustave Flaubert, que se titula “La leyenda de San Julián”, patrón de Cantalojas y de Paredes de Sigüenza. A este santo hay quien lo apellida “El parricida”, porque en un lamentable error que lo marcaría para siempre, dio muerte a espada a su padre y a su madre; otros lo reconocen por “El hospitalario”, pues a leprosos e indigentes dedicó el resto de su vida, tras el lamentable incidente que cambió su andar por el mundo. En cualquier caso, el librito vale la pena, no tanto por el relato en sí, que ya lo conocía, sino por la personalidad y la fama de quien lo había escrito, el famoso autor francés, creador del Realismo naturalista del siglo XIX en nuestro vecino país.