El obispo dice adiós con sendas eucaristías en Sigüenza y Guadalajara

17/12/2023 - 20:27 Paco Campos

Monseñor Atilano da las gracias a la sociedad por sus oraciones “que me han ayudado en el ejercicio episcopal”.

FOTOS: ÓSCAR FERNÁNDEZ

El segundo de los actos de homenaje al obispo de la Diócesis Sigüenza-Guadalajara, monseñor Atilano Rodriguez, con motivo de su jubilación, tuvo lugar ayer en la concatedral de Santa María, en la capital. El templo estaba abarrotado de fieles llegados de todos los puntos de la provincia que no querían perderse la oportunidad de despedirlo, después de 12 años en el cargo.

Si el evento que se desarrolló el pasado sábado por la mañana tuvo un carácter netamente religioso, el de ayer, aún siendo austero y ceremonioso, propio de una eucaristía tan relevante, estuvo más dirigido a las instituciones, que ocuparon un papel más preponderante. Entre los presentes se hallaban la alcaldesa de Guadalajara, Ana Guarinos, encabezando la Corporación municipal capitalina; el presidente de Diputación provincial, José Luis Vega; el presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha, Pablo Bellido; y representantes de los estamentos militares, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, sociales, académicos y religiosos, entre ellos, el Rector del Seminario de Madrid, José Antonio Álvarez.

Todos esperaban la llegada del la más alta estancia eclesiástica de la provincia. Unos fuera, los menos, al frío, con el sonido de fondo de las cálidas gaitas del grupo alcalaíno Kalaveras. Dentro estaba el auténtico calor humano de cientos de fieles esperando el gran momento.

Monseñor Atilano accedió al templo pasadas las siete de la tarde, acompañado por los miembros de la curia, así como por decenas de religiosos, ante la mirada atenta de los presentes, que abarrotaban el templo hasta el punto de que no quedaba ni una bancada libre.

El obispo agradeció a todos los que estaban su presencia y arrancó su homilía con una advertencia sobre “el peligro que se ciñe hoy sobre el ser humano, derivado de la tristeza individualista, que brota de la angustia infinita de placeres superfluos”.

Don Atilano se encuentra alegre estos días de retirada, “porque los obispos servimos a la diócesis durante algunos años, pero Jesucristo permanece todos los días hasta el fin de los tiempos”.

Ahora –asegura- “serviré a la Iglesia de forma distinta, intensificando las oraciones, alabanzas a Dios y dando servicio pastoral a la buena gente de nuestros pueblos”. Se retirará para compartir sus días con la Comunidad Religiosa de Buenafuente del Sistal. Agradeció a los presentes sus oraciones “que me han ayudado en el ejercicio episcopal”, sintiendo la necesidad de “dar las gracias a Dios por los dones derramados en estos años y muestras de cariño recibidas”.

Dio gracias a los sacerdotes, por dar su vida al ejercicio religioso; a los religiosos, por su cuidado a los mayores, su tarea en la formación de niños y el servicio a la comunidad; “a las monjas de vida contemplativa, a quiénes pidió que conserven la alegría de su encuentro con Dios “para poder comunicarlo a los demás”; a los medios de comunicación e instituciones. Y en su discurso no olvidó a los pobres, los afligidos y a las víctimas de las “atrocidades de la guerra”.

El obispo, que será administrador hasta el próximo 23 de diciembre, deja su responsabilidad alegre y feliz porque durante este tiempo de servicio a la Iglesia ha contado “con muy buenos colaboradores en la misión confiada”.