
Los tres ríos que son los ‘culpables’ de las inundaciones de Alcalá y Guadalajara
En las entrañas de la sierra de Guadalajara, donde el agua es vida y el paisaje se esculpe con el paso del tiempo, tres ríos emprenden un viaje hacia el Henares, llevando consigo la fuerza de la naturaleza y la promesa de renovación. El Cañamares, el Bornova y el Sorbe, cada uno con su propia historia y personalidad, se unen en un abrazo líquido que alimenta el cauce del Henares, vigilado de cerca ante el riesgo de inundaciones en Alcalá de Henares y Guadalajara.
Nuestro viaje comienza en las alturas, en la falda sur del monte Torreplazo, donde nace el río Cañamares. Sus primeros pasos son tímidos, deslizándose como un arroyo entre las rocas y los pastizales de Miedes de Atienza. Pero a medida que avanza, el Cañamares cobra fuerza, atravesando desfiladeros y bañando pueblos con nombres que evocan tiempos pasados: Cañamares, La Miñosa, Pálmaces de Jadraque.
En este último pueblo, el Cañamares se detiene un instante, como si quisiera contemplar la obra del hombre: el embalse de Pálmaces, el más antiguo de la cuenca del Henares, construido en 1954. Sus aguas, antes libres y salvajes, se domestican aquí, almacenándose para el riego y el recreo. Pero el Cañamares no se detiene por mucho tiempo. Pronto continúa su camino, serpenteando por la Vega del Cañamares, acariciando las tierras de Pinilla de Jadraque, Medranda y Castilblanco de Henares, hasta fundirse con el Henares, en un encuentro que se repite desde tiempos inmemoriales.
Mientras tanto, en la sierra de Alto Rey, el río Bornova inicia su propio descenso. Nace de la unión de varios arroyos, entre ellos el río Manadero, y se lanza con ímpetu hacia el sur, atravesando pueblos como Hiendelaencina, San Andrés del Congosto y Membrillera. Su curso es torrencial, especialmente a la altura de San Andrés del Congosto, donde el agua lucha por pasar bajo un puente que une el pueblo con Membrillera.
El Bornova, alimentado por los ríos Manadero, Pelagallinas y Cristóbal, llega al embalse de Alcorlo, que se encuentra desembalsando al 90% de su capacidad. Sus aguas, que suben por La Toba y bajan a Membrillera, se unen al Henares entre Jadraque y Carrascosa, aportando un caudal vital para el río.
Nuestro tercer protagonista, el río Sorbe, nace en la sierra de Pela, cerca de Campisábalos. Su nacimiento es humilde, apenas unos arroyuelos que se juntan en el hayedo de Tejera Negra. Pero a medida que avanza, el Sorbe se transforma, horadando profundos cañones entre las sierras de Ayllón y Alto Rey. En su camino, se encuentra con el azud Pozo de los Ramos y el embalse de Beleña, que también está desembalsando.
El Sorbe, con su caudal generoso, se une al Henares a la altura de Humanes, completando el trío de ríos que alimentan el cauce principal. Los tres ríos, cada uno con su propio carácter y su propia historia, se funden en el Henares, un río que ha sido testigo del paso del tiempo y del devenir de la historia.
El Henares, a su vez, continúa su camino hacia el Jarama, atravesando pueblos y ciudades, llevando consigo el legado de sus afluentes. Pero en estos días, el Henares se encuentra bajo la atenta mirada de las autoridades, que vigilan de cerca su caudal ante el riesgo de inundaciones.
Y es que la fuerza de la naturaleza es impredecible, capaz de crear paisajes de ensueño y de desatar su furia cuando menos se espera. Por eso, es importante recordar que los ríos son mucho más que simples cursos de agua. Son arterias vitales que conectan la tierra y el cielo, la montaña y el valle, el pasado y el presente.