Medios de Nada

13/11/2017 - 14:16 J.Pastrana

Repleta de metáforas, Zenit es un montaje acertado en su crítica incompleta, una muestra de buen teatro capaz de convertir un escenario en una ventana al pensamiento.

ZÉNIT

    Director: Ramon Fontserè. Els Joglars.
    Reparto: Ramon Fontserè, Pilar Sáenz, Dolors Tuneu, Xevi Vilà, Julián Ortega, Juan Pablo Mazorra
    Auditorio Buero Vallejo.

 

Qué grande es el teatro cuando juega a ser el patio de recreo de la imaginación, cuando vuela entre conceptos, instantes y situaciones, cuando invita al espectador a poner algo de su parte para que el viaje sea más divertido.


A veces uno se sienta en la butaca para ver actores u obras concretas. Otras, va a ver formas de entender el teatro. Eso es precisamente lo que deberían representar las compañías, distintas formas de interpretar y entender la escena, con personalidad propia, y eso es lo que ofrece Els Joglars.


Quien no conociera a esta compañía, quien buscara algo más clásico, pudo sentirse desconcertado durante los primeros minutos de Zénit, mientras la puesta en escena iba recitando las palabras de su hechizo. Después, con el encantamiento ya en marcha, no quedaba más remedio que dejarse llevar.


El dinámico juego de personajes, situaciones y escenarios propuesto por la obra se aprovecha de la agilidad de su montaje para ir disparando ideas. Ni una coma cambiaría de las críticas que hacen al mundo del periodismo, pero sí que se echa en falta una mirada al consumidor, porque la lucha por conseguir cliks en las redes sociales no tiene sentido sin un lector que prefiere pinchar el último vídeo de caídas graciosas antes que dedicar 5 minutos de su vida a un artículo sobre la calidad de la democracia.


Repudiados en Cataluña, donde ellos mismos reconocen que están vetados y apenas han hecho dos representaciones de una obra que lleva más de un año de gira, esta crítica al mundo del periodismo tampoco escatima comentarios sobre el proces y sus protagonistas, con toda la artillería apuntando hacia el sector independentista. No es de extrañar que el Buero Vallejo celebrara todos y cada uno de los dardos lanzados contra los auténticos protagonistas de nuestra actualidad informativa. Porque, como critica el mismo montaje, no hay nada más fácil que dar al espectador lo que quiere para alcanzar éxito.


Otra de las patas que sostienen el montaje es su mirada desconfiada al mundo de las nuevas tecnologías, a su forma de ir tomando el control de nuestra vidas, eligiendo las rutas que debemos tomar en un viaje, qué música nos va a gustar o qué noticias nos interesan más.


Y la pregunta final es ¿dónde queda el ser humano? Entre todas esas críticas lo único que se salva, entre comillas, es el antiguo periodismo, representado por un Quijote cansado y alcoholizado a base de decepciones, un Quijote imperfecto, pero que anhela aquellos tiempos en los que todos los actores del sistema aspiraban a escribir y leer La Verdad, así con mayúsculas.