Minutos de silencio

15/03/2025 - 13:09 Antonio Yagüe

De un tiempo a esta parte los minutos de silencio por fallecidos o desgracias inundan los acontecimientos deportivos, sociales, festivos y funerarios en templos, camposantos y plazas. A veces se acompañan de música ad hoc, vídeos y fotos, y se cierran con aplausos, como las buenas faenas taurinas.   

Muchos desconocen que, como los omnipresentes ‘talleres’ (cursillos, seminarios, etc.), son un invento masónico para desterrar la oración, según los católicos tradicionalistas. Los muy creyentes aseguran que ellos no guardan minutos de silencio. “Rezamos por su alma. La oración no es silencio, es diálogo con el Padre Eterno”, abundan.

Piden que si un católico se ve forzado a guardar uno se santigüe, para que quede claro que lo que está haciendo es rezar y en qué cree. Observan que el Rey Felipe VI lo hace casi siempre junto al silencio hierático de la Reina Letizia.

Masones y laicistas defienden que se pretende agrupar las creencias de todos, incluidos los ateos. Los cristianos evangélicos o protestantes están de acuerdo. Consideran que los rosarios, plegarias y misas por los difuntos son como pedir a Dios que los enchufe y dudar de su justicia. Los musulmanes, según y dónde.  

Refieren las crónicas que el primer minuto de silencio internacional lo protagonizó el final de la I Guerra Mundial, el 11 de noviembre (vaya con la fatídica fecha) de 1919. Luego se fue generalizando. En la República Española del 31 un minuto les parecía poco y se guardaban cinco. Como después del accidente del tren Alvia en Galicia en julio de 2013, y en algunas ciudades de los atentados del 17 de julio de 2017 en Barcelona.

Con abusos y reticencias, masónicos o cristianizados se han instalado en la sociedad. Quisquillosos aparte, sean bienvenidos si sirven para unir en algo a los españoles. Aunque sea tras fatalidades.