‘Moncloa ens roba’


El ruido de sables ensordecedor de las últimas semanas sobre el pacto de gobierno entre PSOE y Junts ha derivado en un documento de cuatro páginas donde se marca una hoja de ruta para la próxima legislatura con un objetivo claro: la posible independencia de Cataluña en el horizonte. Para aquellos ilusos, empezando por este servidor, que reclamaba cuatro años de especial mimo en la economía en un entorno muy sensible a tipos de interés e inflación, nos quedamos con las ganas de hablar de lo que le importa a la ciudadanía. A cambio, Pedro Sánchez ha tensionado (para los propios socialistas en particular y para el resto del espectro político en general) a todas las estructuras del Estado y en la (ya maltrecha) división de poderes de España. No soy político, no soy observador internacional, no soy catalán, no soy jurista de reconocido prestigio de lo público, no soy nada del otro mundo, pero sí soy testigo del enfrentamiento entre ciudadanos con el mismo DNI y la vergüenza que da tener que explicar esto fuera de nuestras fronteras. El futuro inmediato de España se ha decidido en un cuarto oscuro entre Bruselas y Waterloo. Da igual qué partido sea el vencedor de las urnas o cuándo leas este artículo, el resultado de la gobernabilidad de España depende de la negociación separatista. El precio de siete diputados es totalmente desproporcionado. ¿Tanto cuesta repetir elecciones o hacer mínimo común denominador con lo que une a la gran mayoría de españoles, independientemente de su sensibilidad geográfica histórica?

    Dentro de ese pack de investidura se barruntan muchas decisiones económicas de enorme calado, de menor a mayor impacto, como, por ejemplo, la condonación de 15.000 millones de euros de la deuda de Cataluña con el FLA (Fondo de Liquidez Autonómico). Por ponerlo en perspectiva, ni sumando todas las cotizaciones de un año y medio de todos los autónomos del país se llega a esa cifra. Se premia al despilfarrador y se castiga al ahorrador ya que, aunque se amplíe la condonación del 20% a todas las Comunidades Autónomas, el reparto es terriblemente desigual entre ciudadanos del país. Y aún así, tras esa condonación (que acabará con el mismo café para todos de Clavero del 78), Cataluña seguirá teniendo 71.800 millones de euros de deuda con España y el 80,9% de la deuda seguirá estando en las manos del centralismo. Realmente no cambia nada salvo lanzar el mensaje de pisar a las hormigas y felar a las cigarras por su naturaleza. Más grave aún es la cesión gestora de empresas públicas nacionales como ADIF o Renfe para que Rodalies o la Media Distancia sean gestionados por Cataluña y no por el Ministerio de Transportes. Por economías de escala, trocear o dividir las infraestructuras del Estado es un error y un paso más para la confiscación futura territorial de recursos por localización. Un buey caga más que 17 golondrinos y aquí estamos loncheando al bovino por política, no por economía. Los sindicatos están en pie de guerra y razón no falta. No tiene sentido productivo, sino alimentar el ego. Pero lo que es ya el culmen del despropósito en términos de economía nacional es la imposición de  un cupo fiscal catalán, más generoso aun que el cupo vasco, que otorgue el 100% de autonomía tributaria a Cataluña. Lo que se vende como una nueva apertura de miras, no deja de ser una ruptura de los lazos solidarios territoriales e intergeneracionales de España. Si mañana ocurre un problema en Barcelona que necesita apoyo de los 40 millones de ciudadanos de nuestra piel de Toro, como por ejemplo terrorismo, inmigración o naturaleza ¿quién va a acudir a dar la cara si hace falta ayuda? Evidentemente nadie porque la solidaridad bien entendida empieza por uno mismo con los antecedentes vistos. Es terrorífico cómo enfrentan territorios por cuatro malditas perras. Un club de fútbol puede ganar partidos por individualidades pero quien gana títulos es el equipo y aquí va cada uno a su bola. Y da pena, pena fraternal. Nunca hubo tanto temblor con tan poco botín.

    Lo reconozco, no veo mal la amnistía. En serio. Es  una herramienta de perdón y visión de futuro. Pero como ha ocurrido en toda Europa a lo largo del siglo XX, los indultos son leyes de punto final. Y esto, es una pica en Moncloa y un punto seguido que no va a cerrar heridas ni va a solucionar los problemas de financiación ni de convivencia, solo los va a agravar. Si con siete diputados se han condonado 15.000 millones, a lo mejor es momento de sacar a pasear el nacionalismo alcarreño y que los tres diputados de Guadalajara se unan por su territorio, por encima de sus colores. Teruel lo hizo y los mismos argumentos de Cataluña, son los de la Alcarria. “Fuensalida nos roba” “Moncloa nos roba”. Papá, ¿somos ricos? No hijo, tan solo gilipollas dentro de nuestra región y de nuestro país. Por cierto, ¿dónde está Europa para tirar de las orejas o para proteger el acervo comunitario?. Aquí cada Perro (Sanxe) tan solo busca lamerse su pijo sin tener en cuenta a los demás. “¡Sálvese quien pueda! Hay tanto Puigdemont ahí fuera...”