Nike VS Adidas (o cuando una decisión cuesta millones, y algo más)


Imaginemos lo siguiente: es 1984 y eres un ejecutivo de Adidas. Un joven llamado Michael Jordan está tocando tu puerta, buscando una oportunidad.

Pero decides que no es una gran idea porque, claro, el baloncesto no es lo tuyo, así que prefieres seguir con lo seguro. 

Nike, en cambio, abre esa misma puerta y apuesta por el chico. ¿El resultado? La marca Air Jordan se convierte en un fenómeno mundial y cambia para siempre la industria del calzado y el marketing deportivo. Para Adidas, es la decisión más cara que jamás tomaron, y para el resto de nosotros, una lección que va mucho más allá de los deportes.

Entonces, ¿qué podemos aprender de esta historia? Hoy veremos cómo una mala decisión puede tener consecuencias impensables y cómo evitar que nos pase lo mismo en nuestras propias vidas, pues las oportunidades no suelen llegar con un cartel luminoso.

La gran lección de esta historia es que las oportunidades no se presentan de forma clara y evidente. Para Adidas, Michael Jordan era solo un chaval con mucho talento pero que no encajaba con la visión de la marca en ese momento. Su enfoque estaba en deportes como el fútbol y el tenis, y Jordan era visto como un riesgo. 

Lo que Adidas no vio es que una oportunidad rara vez llega con un cartel luminoso que diga “esto te hará millonario”. A menudo, las grandes oportunidades vienen disfrazadas de proyectos poco convencionales o arriesgados.

Así que, la próxima vez que tengamos la opción de salir un poco de lo esperado, pensemos en Nike y en cómo revolucionaron la industria del deporte con una decisión audaz. Quizá no necesitemos ser expertos en baloncesto para entender que algo diferente puede abrirnos puertas que ni siquiera sabíamos que existían.

En los negocios y en la vida, no hay muchas segundas oportunidades. La rapidez y el miedo a lo desconocido pueden llevarnos a decisiones que parecen seguras, pero que terminan cerrando puertas valiosas. Adidas decidió no arriesgarse y apostó por lo que ya conocía, dejando el camino libre para que Nike y Michael Jordan construyeran un imperio.

¿Cuántas veces hemos rechazado una propuesta o desestimado una idea solo porque nos parecía poco familiar o incluso incómoda? Las decisiones rápidas pueden ser útiles en algunos contextos, pero si no tomamos el tiempo para evaluar los pros y los contras de forma adecuada, podríamos estar cerrando la puerta a algo grande. Si algo nos enseña esta historia es que, a veces, tomar una pausa y evaluar una decisión con mente abierta puede cambiar el rumbo de nuestras vidas.

La negativa de Adidas a apostar por Jordan también es una lección sobre cómo la rigidez puede pasarnos factura. Mientras Nike innovaba y buscaba ser más flexible, Adidas seguía una línea conservadora que no se adaptaba a las nuevas demandas de los consumidores. El resultado fue perder el dominio en un mercado que ahora controla Nike casi por completo.

El mercado, al igual que la vida, está en constante cambio. A veces, eso implica revisar lo que creemos que sabemos y adaptarnos, aunque al principio parezca un camino incómodo o incierto. Si nos aferramos demasiado a lo seguro, podemos perder la oportunidad de ser parte de algo grande.

Nike arriesgó en grande y triunfó, mientras Adidas, al optar por la seguridad, perdió un mercado completo. ¿La moraleja? El riesgo es una parte esencial del éxito. No todos los riesgos nos van a convertir en millonarios ni todas las decisiones van a revolucionar una industria, pero cada intento cuenta. 

Y cuando nos equivocamos, lo más importante es aprender. Al final, se trata de ser conscientes de que cada error es una oportunidad para entender qué hicimos mal y cómo podemos mejorar en el futuro.

Así que, la próxima vez que nos enfrentemos a una decisión difícil, pensemos en esta historia. Quizá no tengamos que decidir entre dos contratos multimillonarios, pero cada paso cuenta. La vida nos presenta oportunidades disfrazadas, y, aunque muchas veces parecen poco claras o arriesgadas, tomarnos el tiempo para valorarlas y arriesgarnos un poco, puede llevarnos mucho más lejos de lo que pensamos.