Poesía en Semana Santa


Recuerdo cuando éramos niñas. Siempre solíamos estar calladas en Misa. Hasta que un Jueves Santo, ante el Monumento, tomamos los libros litúrgicos que había en los bancos de la iglesia y decidimos acompañar a los fieles leyendo las oraciones. Aún no habíamos hecho la Comunión.

Recuerdo cuando éramos niñas. Siempre solíamos estar calladas en Misa. Hasta que un Jueves Santo, ante el Monumento, tomamos los libros litúrgicos que había en los bancos de la iglesia y decidimos acompañar a los fieles leyendo las oraciones. Aún no habíamos hecho la Comunión...

Desde muy pequeñas nos fascinó la poesía y, sin pensarlo dos veces, no encontramos otra manera de acompañar a Jesús en el Huerto que recitando versos. Más adelante, ya adolescentes y adultas, nos sumergimos a escribir poesía. En nuestras composiciones afloran los sentimientos, la familia, el reto, la aventura histórica, la naturaleza y el espíritu. Buscamos situar la lupa de la atención lírica en aquellos rincones de la sociedad por donde la vista pasaría rápido, a pesar de englobar el misterio cotidiano.

En esta Semana Santa compartimos una de nuestras poesías dedicadas al misterio de la Redención. Se encuentra recogida en el libro Poemaría (Guadalajara, Excma. Diputación Provincial, 2014), de María.

Y está inspirada en uno de los cuadros de El Greco, Cristo abrazado a la Cruz, con referencias a otras pinturas de Doménikos Theotokópoulos como la Visión del Apocalipsis (conservado en el en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York). No en vano la Tesis Doctoral de Laura versó sobre La ciudad de Toledo en la Edad de Plata. En sus páginas, analizaba cómo el pintor de Candía que sufrió el “no” de Felipe II renació en la época de las vanguardias y también cómo el Corpus de 1934 fue diferente, por el hermanamiento con Toledo de Ohio.

 

CÁLIZ DE CRETA

 

¿En qué piensas?

Pareciera destilar

fiebre alta tu mirada

como el reo que presiente

la sangre de la mañana.

 

Tal vez presagias

que el fin llegará antes,

después de que almuerce

la cohorte y llene

el sayón el odre

al poco de la hora octava.

 

Ojos vidriados

y manos pálidas.

 

En lo Alto buscas

respuesta a la amargura

y tu misma voz escuchas

rogando que se aparte el cáliz

y brille un atisbo de esperanza.

 

¿Tienes sueño?

La corona enloquece,

el madero espanta,

las sogas queman...

Por no inundar Judea

el llanto se retiene

en los músculos y venas

como ese gesto cautivo

que expresa más que la mueca.

 

Luna llena,

¡alumbra al Cordero la noche

con los pinceles de Creta!

Tres días andará sacando

profetas de blancas fosas.

Tres siglos errará el pintor

callado con su alma rota.

 

Resurrección junto al Tajo,

donde el noble capa ofrenda.

“Desconfío de los dánaos 

hasta si me traen prebendas”,

vocifera el troyano que

sierpes rojas ablienta

como si aventara granos

de ceniza añil en la era.

 

Quitad el quinto sello

y liberad al genio

que vence pleitos

con color de espelta.

 

Llegan las togas albas

de la salvación del mártir.

Cesó para su ánima

la caótica tormenta,

mientras el universo

prosigue su rumbo,

el incesante murmullo

que iza la vida a cuestas.