Recuerdos de la noche de ánimas

01/11/2019 - 18:04 Pedro Villaverde Martínez

En mi pueblecito enclavado allá en un precioso rincón del Alto Tajo existían tradiciones que cuando uno era pequeño veía celebrar a los mayores y que hacían pasar incluso bastante miedo.

La tradición supone una riqueza no sólo de la lengua sino también del pensamiento y del lenguaje que constituye una herencia cuantiosa del devenir histórico tanto en el pensamiento cuanto en las formas de vida de toda una comunidad. Se vive del pasado tanto o más que del porvenir, y la tradición constituye una cantidad ingente de las formas de vida y de expresión de todo lo anterior. Por eso se constituye la tradición tanto la oral como la escrita en una fuente ingente de sabiduría popular y de las formas de vida de cualquier tiempo pasado.
 Hoy queremos citar una de  esas tradiciones populares que constituían casi toda una forma de vida sobre todo cuando éstas se nutrían del pasado a veces remoto. Con motivo de la festividad de Todos los Santos que se celebra el día 1 del mes de noviembre podemos decir que se dan toda una serie de formas o maneras de celebrarse que merecen al menos conocerse aunque ahora parezcan anacrónicas…En mi pueblecito enclavado allá en un precioso rincón del Alto Tajo existían tradiciones que cuando uno era pequeño veía celebrar a los mayores y que hacían pasar incluso bastante miedo. Ya lo hemos escrito en otras ocasiones pero hoy no nos resistimos a repetir algo sabedores de que la memoria suele ser olvidadiza. Existía la leyenda de que en la noche de Difuntos o Animas, siguiente a la de Todos los Santos, éstas volvían a dormir a las casas que habían habitado cuando vivían. Recuerdo que en mi  Huertapelayo  de entonces sin luz y con gran oscuridad, los niños, en particular  pasábamos mucho miedo si nos teníamos que mover por sus calles porque solían ponerse para mayor susto calabazas huecas con velas encendidas dentro que semejaban caras de persona. Los mayores sabían que eran calabazas pero los pequeños  nos llevábamos un susto si topábamos o divisábamos alguna de ellas. A esto se unía la leyenda de que las ánimas de los difuntos tenían la costumbre de volver a descansar esa noche en la cama que habían usado… Y con las campanas tocando a muerto o clamores por los mozos del pueblo, mientras se calentaban en la hoguera encendida. Todo ello resultaba tan tétrico que en nada ayudaba a conciliar el sueño…Hasta aquí algunos rasgos de la noche de ánimas…