Se llamó Luis Mazzantini y Eguía

01/05/2021 - 17:54 José Serrano Belinchón

  Fue un torero de indiscutible relevancia durante el último tercio del siglo XIX.

A los buenos aficionados al mundo de los toros, que en esta provincia son muchos, les debe resultar como de la familia el apellido Mazzantini. Fue un personaje que vivió, y fue famoso, durante los dos últimos siglos. Las opiniones enfrentadas de sus biógrafos nos hablan de Elgoibar, en el País Vasco, y de Pistoia, en la Toscana italiana, como posible lugar de su nacimiento.

            Fue un torero de indiscutible relevancia durante el último tercio del siglo XIX. Llegó a ocupar altos peldaños en el escalafón  taurino de su tiempo, después de haber servido como factor telegrafista de ferrocarriles, aprendiz de cantante de ópera y torerillo de capeas. Vistió de luces por primera vez, recogió los primeros aplausos y las primeras monedas, y mató el primer toro de su vida en la plaza de Jadraque, tal vez en septiembre del año 1879. Durante sus veinticinco años como matador de toros en activo, alternó con figuras de la talla de Lagartijo, Frascuelo, Reverte, El Gallo, El Espartero, y todas las grandes figuras del que pudiera llamarse Siglo de Oro de la Tauromaquia.

            Cuando había cumplido de edad los sesenta y tres años, el día primero de agosto de 1919, vino como Gobernador Civil a Guadalajara, cargo que ocuparía durante cinco meses. Los datos que de aquella época se poseen nos dan cuenta de un político afable, comedido, recto y eficiente, virtudes que no suelen ser el punto fuerte de quienes tienen la responsabilidad de ostentar el mando. Se indispuso con unos cuantos señores influyentes; prohibió el juego de la ruleta; multó a los alcaldes de la provincia que se empeñaban en no rendir las cuentas de su gestión; tuvo abastecida de patatas y de huevos la plaza de Guadalajara; creó una Junta de Caridad para socorro de los desvalidos y buscó solución a una huelga de panaderos. Consiguió la mejora económica de los matadores de toros, llegando a ganar 6.000 pesetas por cada corrida.

            No debió estar muy de acuerdo con su forma de actuar el Sr. Conde de Romanones, pues se le trasladó con saña como Gobernador Civil a la provincia de Ávila, a sabiendas de que su delicada salud, con aquellas tan bajas temperaturas, le impediría para ejercer el cargo. El 27 de diciembre de aquel mismo año, muy en contra de su voluntad y de la inmensa mayoría de gran parte de las gentes de Guadalajara, tuvo que abandonar esta tierra en la que dejó un gran recuerdo. Murió en Madrid el día 23 de abril de 1926. Precisamente hoy se cumplen los 95 años de su fallecimiento.