Sin palabras
Lo más socorrido y práctico es conversar sobre los “pobres hijos, que trabajan y no ganan ni para el alquiler” o lo bien que le va al mío en Alemania.
Esta Navidad con sus cenas, suegros, cuñados, sobrinos y amigos se presenta más complicada que nunca a la hora de conversar. Sobre todo si hay por medio barras de bar, vinos, champanes, chupitos o ha llegado el momento de fardar sobre lo bien o lo mal que nos trata la vida. Un tema inapropiado y zas!, bronca al canto y descalabro en las relaciones familiares o amicales.
El fútbol ya no es mano de santo. Lleva a la política tras enzarzarse en si el Barça es más que un club, un puticlub o una nación, el Madrid superfranquista y siempre robando, o el Atleti un pupas y perdedor nato. Mejor no mentar Cataluña y su independencia imposible, ni a Vox y su regreso al pasado improbable, ni al PNV que se lo seguirá llevando, ni siquiera a Teruel Existe, a punto de pillar cacho de Sánchez. Tampoco resulta hablar de religión y del lavatorio de manos de la jerarquía católica ante la exhumación del cadáver de Franco. Ni de la monarquía y las donaciones de Amancio Ortega, como plantea Iglesias.
Lo más socorrido y práctico es conversar sobre los “pobres hijos, que trabajan y no ganan ni para el alquiler” o lo bien que le va al mío en Alemania. Y de comida o gastronomía, alabando con mesura la propia. Temas como el “ya no llueve (o nieva) como antes” también dan para mucho”. La ecología preocupa a todos. Como la salud: “¿Tú que seguro tienes?” Tampoco está mal inquirir “¿cómo está tu perro (o tu gato)?”
Las pensiones mejor no tocarlas. Todos cobramos injustamente poco. La jubilación da más juego. “Ya no te debe faltar mucho, ¿eh?” A partir de ahí, los jubilados explican lo bien que se lo pasan o las dificultades para llegar a fin de mes. Todos son expertos en control de costes y realizan actividades como darse una vuelta por la Alcarria o salir cada noche en busca de gente desarropada.
“¿Cómo te fue anoche?” y las relaciones sociales son temas resbaladizos. Mejor no preguntar y huir de chistes verdes. Pueden esconder micro o macromachismos como le ocurrió a Arguiñano entre fogones y cámaras. Mucho tacto al piropear. Según como, hasta un “qué bien te que queda ese corte de pelo” puede considerarse acoso ¡Cuidado!