
Tenemos que hablar...
Tengo que reconocer que, como feo oficial (en mi vida he conseguido más cosas por simpático y por plúmbeo que por el adonismo que me devuelve el espejo con su mirada), siempre he tenido pánico a la frase que encabeza esta epístola
Una de las principales armas y comodines que tiene el columnista es poder jugar con sus lectores de manera que los artículos sean material de lectura ligera y suculenta. El mejor ejemplo que me han dado en diversas tertulias literarias es que cualquier texto con menos de 1.000 palabras debe tener el mismo placer que el de tomar una buena tapa en un bar o un provechoso entrante en un restaurante. El buen gusto de boca y que entre tanto por los ojos como por el paladar. En ese kit de herramientas del escritor destaca la posibilidad de personalizar muchas de las historias para que el lector se sienta identificado o dar detalles particulares propios del autor como si fuera un vistazo a través de la mirilla del alma o del pensamiento del escriba de turno. Tengo que reconocer que, como feo oficial (en mi vida he conseguido más cosas por simpático y por plúmbeo que por el adonismo que me devuelve el espejo con su mirada), siempre he tenido pánico a la frase que encabeza esta epístola. Da igual el contexto. Cualquier ser vivo (amigo, enemigo, familia, desconocido, flora, fauna...) que tenga a bien decirte que tiene que hablar contigo con firmeza, supone un cambio de consideración del statu quo que se ha mantenido hasta la fecha. O dicho en otras palabras, que te están pidiendo permiso para bailarte la silla y abrirte el suelo bajo los pies. Desde una ruptura amorosa, pasando por un despido, el diagnóstico de una enfermedad o cualquier choque de personas educadas. Biodramina y cuidado con las curvas. Por suerte, hoy no tocaremos ni amor, ni trabajo, ni salud ni egos. Esta página, sigue mostrando las distintas aristas del dinero en el día a día.
Uno de los temas más complicados que tiene nuestra economía es cualquier aspecto que tenga que ver con las pensiones. Sin la lírica del primer párrafo y pasando de la filosofía a las matemáticas, estamos jorobados, chinchados, fastidiados, jorobados, jeringados o simplemente jodidos. Con las cifras actuales de cotización, es absolutamente imposible que haya un equilibrio entre las cuotas que se recaudan mes a mes a través de los seguros sociales y las prestaciones a satisfacer por el Estado en materia contributiva. Hace unos años presumíamos que había hucha de las pensiones, pero la tozudez y el peso de la demografía hizo el resto. Evaporó algo que estaba condenado a volatilizarse y va a ser tremendamente complicado (salvo genocidios o pandemias -sic-) volver a puntos de encuentro que no supongan una reducción drástica de la tasa de sustitución del salario de los jubilados. Ahora nos inventamos una cuota de solidaridad para que las rentas más altas coticen más, pero también las empresas (da igual su tamaño) terminan viendo como les pasan la gorra por delante para sumar más a algo de lo que, simplemente, tenemos que hablar. ¿Por qué no se habla de las pensiones? Porque es uno de los elementos más sensibles para el voto. El partido político que reforme o meta mano en los subsidios de jubilación tiene las siguientes elecciones generales perdidas. De ahí que nadie hable del elefante en la habitación, aunque el paquidermo esté haciendo estragos con la trompa.
En esta semana se ha aprobado una nueva reforma de las pensiones que va a tratar de imponer un decalaje en ese retiro haciendo que ya no sea necesario tener una carrera de cotización completa para acceder a la jubilación activa. Cada año de demora en la jubilación activa, se incrementará el tanto por ciento de la pensión que se puede cobrar mientras se sigue trabajando. Con un año de demora se podrá cobrar el 45%; con dos, el 55%; con tres, el 65%; con cuatro, el 80% y con cinco, el 100%. Los autónomos con un trabajador contratado desde hace más de 18 meses o que contraten a alguien nuevo podrán percibir el 75 % de la pensión y elevar este porcentaje 5 puntos porcentuales cada año hasta lograr el 100%. Este es el mensaje susurrado a través del BOE que nuestros gobernantes (en general, da igual el color del logo) nos están diciendo con el altavoz de Europa. “Mirad ciudadanos, tenemos que hablar”. El problema es que no estamos haciendo ni maldito caso de la dimensión del agujero y menos aún afrontar una solución que aúne pensiones dignas con el reconocimiento del esfuerzo individual. La respuesta es la de siempre: “Hoy tampoco toca cariño, me duele la cabeza.”