Tras las huellas del Arcipreste: un viaje al corazón de piedra de Guadalajara

20/12/2025 - 11:26 FCV

Por las tierras de la Alcarria y la Sierra Norte, un itinerario circular de 357 kilómetros redescubre el patrimonio y la literatura medieval a través de sus fortalezas y villas señoriales.

IMAGEN: TURISMO CLM

Hay rutas que se miden en kilómetros y otras que se miden en siglos. La Ruta del Arcipreste de Hita pertenece a estas últimas. No es solo un recorrido por la geografía castellana; es una inmersión en el Libro de Buen Amor, una de las cumbres de nuestra literatura, y un diálogo constante con un paisaje que apenas ha cambiado desde que Juan Ruiz, el Arcipreste, lo recorriera en el siglo XIV.

Este viaje circular propone 357 kilómetros de pausa. Aquí, el tiempo no corre, se sedimenta en las murallas de adobe de la Alcarria y en la pizarra oscura de la Sierra Norte.

Hita: donde la literatura se hace piedra

El viaje comienza, casi por obligación moral, en Hita. La villa, declarada Conjunto Histórico-Artístico, se despliega a los pies de un cerro que parece vigilar toda la comarca. Al pasear por la Plaza del Arcipreste, con sus soportales y su aire de mercado medieval, el viajero entiende que Hita no es solo un pueblo, sino una memoria viva. Cada rincón evoca los combates de Don Carnal y Doña Cuaresma, recordándonos que aquí la cultura no se lee, se pisa.

La Alcarria: castillos y horizontes

Saliendo de Hita, el relieve se vuelve amable y ondulado. Es el dominio de la Alcarria. Brihuega aparece como un oasis de piedra, con sus murallas que esconden jardines y su historia ligada a la Real Fábrica de Paños. Poco después, Torija nos recibe con su castillo perfectamente restaurado, hoy convertido en el Centro de Interpretación Turística de la provincia y museo dedicado al Viaje a la Alcarria de Camilo José Cela.

Más al norte, la silueta de Jadraque se recorta contra el cielo. Su "Castillo del Cid" se alza sobre un cerro testigo, ofreciendo una de las estampas más icónicas de la ruta. La fortaleza, solitaria y altiva, define la identidad de un territorio que siempre fue frontera.

Cogolludo y la transición a la sierra

Antes de adentrarse en la montaña, la ruta hace escala en Cogolludo. Esta villa aporta el contrapunto señorial con su Palacio de los Duques de Medinaceli, una joya del Renacimiento español que rompe la hegemonía medieval de los castillos previos. Es aquí donde el aire empieza a refrescar y el paisaje cambia de color.

En Beleña de Sorbe, el pasado defensivo vuelve a cobrar protagonismo, pero esta vez integrado en un entorno más abrupto. Muy cerca, el Monasterio de Bonaval ofrece uno de los momentos más líricos del viaje. Sus ruinas cistercienses, devoradas por la vegetación y el silencio, son el refugio perfecto para entender la soledad monacal de la Edad Media.

El misterio de la Arquitectura Negra

Al llegar a Tamajón, el viajero cruza una frontera invisible. La caliza deja paso a la pizarra. Estamos en las puertas de la Sierra Norte, donde la Arquitectura Negra impone su ley estética. Pueblos construidos íntegramente con la piedra oscura del lugar se mimetizan con la montaña, creando una atmósfera de misterio y resistencia. Es el tramo más salvaje y natural de la ruta, donde el Arcipreste situó algunas de sus famosas serranillas.

Atienza: el cierre monumental

El círculo se cierra en Atienza. Si Hita era el origen, Atienza es el clímax monumental. Su castillo, encaramado a una roca que parece imposible, domina una villa que llegó a tener quince iglesias y una importancia política crucial en la Castilla medieval. Desde sus alturas, se contempla el camino recorrido: un mosaico de tierras rojas, piedras negras y cielos infinitos que conforman el alma de Guadalajara.


Guía rápida para el viajero:

  • Recorrido: Circular, con inicio y fin recomendado en la zona de Hita o Guadalajara capital.

  • Gastronomía: Imprescindible el cabrito asado en Jadraque y la miel en cualquier parada alcarreña.

  • Más información: Turismo de Castilla-La Mancha.