
“Vamos a pasar del descrédito al pánico, los supermercados de Dallas ya están colapsados”
Javier Rodríguez, CFO, Director Financiero de Deoleo en Dallas (EEUU), cuenta lo complicado que es volar y transladarse de un país a otro con su experiencia.
Ni siquiera uno de los países más potentes del mundo, los Estados Unidos de América, se han librado de la crisis provocada por el coronavirus. Javier Rodríguez, un alcarreño que trabaja y vive en Estados Unidos desde hace cuatro años, estaba la semana pasada en España por motivos laborales. Todo parecía normal, pero la decisión de Trump de la prohibición de entrada al país de europeos estuvo cerca de provocarle un problema importante.
El pasado jueves 12 de marzo, Javier fue despertado por una compañera de trabajo a eso de las 07.00 horas de la mañana. Tenían que salir de España lo antes posible o no podrían regresar a Estados Unidos por la orden de Trump. Ahí comenzó una aventura que tuvo un final feliz.
Javier comenta que “a las 07.15 horas ya estábamos en el aeropuerto”. Este alcarreño cuenta así la odisea: “La fila de los mostradores de American Airlines llegaba hasta las escaleras mecánicas y la web nos había remitido a estos para cambiar el vuelo. Cuando por fin llegamos al mostrador de compras, que curiosamente se estaba empezando a despejar muy rápido, nos dicen que no pueden hacer nada, que están desbordados y no tienen visibilidad de los vuelos porque el sistema está colapsado, por lo que nos remiten a la línea telefónica. Nos quedábamos sin opciones”. Viendo que la situación se complicaba, Javier y sus compañeros pensaron un plan B, que consistía en “un vuelo a México DF comprado en el mostrador de Iberia a un precio muy razonable. La idea era sacar el vuelo de conexión con Dallas en la web,”.
Cuando pudo hablar con American Airlines, la respuesta a la petición de Javier, de encontrar un vuelo lo antes posible para regresar a Estados Unidos, fue “nada, imposible”. Por suerte, Javier y sus compañeros tuvieron esa fortuna necesaria en estas situaciones y consiguieron encontrar una de las pocas opciones disponibles para volar al país, un trayecto con parada en Filadelfia y destino final en Dallas.
Sin embargo, una vez en Estados Unidos, Javier es consciente de que “ahora toca encerrarse en casa dos semanas de forma voluntaria para no caer en los mismos errores que Europa”, pero cree que “aquí acabarán sufriendo la misma progresión que allí y me tocará vivir de nuevo el proceso que va del descrédito al pánico. De momento los supermercados ya están colapsados y los estantes vacíos de papel higiénico.