Ana y Abel, dos alcarreños que recorren África sobreviviendo a ataques de leones, elefantes, diarreas y accidentes

16/12/2024 - 20:17 Paco Campos

"Si te cuento que al día siguiente de hablar, nos encontramos en la carretera, a unos 20 metros de nosotros, a cuatro leonas... Uffff no te lo puedes imaginar el pánico que sentimos. Suerte que venia un coche detrás nuestra y nos ayudó! Desde Tórtola de Henares, Ana Domínguez Navarro y Abel Molés Matesanz emprendieron el 21 de septiembre de 2023 la aventura de sus vidas: recorrer África en bicicleta durante dos años. Trabajadores públicos en excedencia, ambos se enfrentan a la dureza y belleza de un continente lleno de contrastes, donde la hospitalidad extrema convive con desafíos únicos.

Los exploradores, a su paso por el río Chobe (Botswana). 

La pareja se encuentra en Pandamatenga, un pequeño pueblo de Botswana, soportando 40 grados de calor mientras planifican los próximos tramos de su travesía. En Tórtola rondan los cero grados. Desde que salieron el 21 de septiembre de 2023, han atravesado Etiopía, Kenia, Uganda, Ruanda, Tanzania, Zanzíbar, Malawi, Mozambique, Zambia y Zimbabue. Su objetivo es llegar a Sudáfrica, pasando por Angola y Namibia, e incluso regresar a Mozambique si el tiempo lo permite.
Relación especial con África
La idea del viaje surgió tras una década de estrechos vínculos con Kenia, donde colaboraron con una escuela local y fundaron una ONG en España. Sin embargo, tras el cierre del colegio durante la pandemia, decidieron emprender un proyecto más ambicioso. Aunque inicialmente pensaron en recorrer África desde El Cairo hasta Ciudad del Cabo, la guerra civil en Sudán les obligó a modificar la ruta y comenzar en Addis Abeba, Etiopía.

Caminos de Zimbawbe.


Mujer Sukuma en Tanzania.

Día a día de pedaladas 
Con un presupuesto ajustado de 28 euros diarios, llevan sus bicicletas cargadas con tienda de campaña, utensilios de cocina, herramientas y un dron. Su rutina inicia al amanecer: se levantan a las 6.00, salen a las 7.30 horas, pedalean unas seis horas y recorren, de promedio, 60 kilómetros diarios. En zonas llanas, como Botswana, pueden alcanzar los 100 kilómetros, mientras que en días más exigentes optan por recorridos más cortos.

Bomba de agua en zonas rurales de Zimbabwe.

El abastecimiento depende de los mercados locales, donde compran arroz, pasta y otros alimentos. El agua, un recurso vital, es potabilizada con filtros. A pesar de los retos logísticos, destacan la calidad y la asequibilidad de la comida callejera. “Al final, el cuerpo se acostumbra, y no hemos tenido problemas serios de salud más allá de pequeñas diarreas o resfriados,” comenta Ana, aunque más adelante relata los sinsabores de los accidentes que han tenido.

Cruzando un río en Malawi.
Encuentros con la fauna
Los peligros son constantes, especialmente en Botswana, donde la vida salvaje obliga a buscar campings seguros. “Dormir en la calle es imposible por la cantidad de leones, hienas y elefantes”, explica Abel. En Tanzania, una hiena merodeó su tienda durante 15 minutos, y, cruzando el Parque Nacional Queen Elisabeth en Uganda, fueron perseguidos por uno de estos animales gigantes. “Pedaleamos como nunca. Fue aterrador,” recuerda Ana.

Lago Malawi. 

En otras ocasiones, la vida salvaje se convierte en espectáculo. Desde un camping, ella describe emocionada a tiempo real la belleza incomparable de unas gacelas que llegaron al atardecer para beber agua, evocando la película Memorias de África.

Baobabs en Tanzania. 
Imprevistos y accidentes
El viaje no está exento de sustos y lesiones. En Uganda, Ana sufrió un accidente grave mientras observaba gorilas: cayó por una ladera y se fracturó el peroné. “El rescate fue épico, con 20 personas ayudándome a salir de la jungla”, relata. La recuperación la llevó a una casa alquilada donde, durante dos meses, conocieron a una veintena de cicloturistas que los visitaron.

Sube y baja en Uganda. 
Abel también tuvo su cuota de percances. En Kenia, se fisuró una costilla tras chocar contra un muro, obligándolos a detenerse una semana. “Tuvimos la suerte de que una familia nos acogiera y nos cuidara como si fuéramos de la casa”, señala.

Foto de familia con unos agricultores de Zambia que les recibieron con los brazos abiertos. 
Hospitalidad africana
A pesar de las adversidades, la pareja destaca la calidez y generosidad de las personas que encuentran en su camino. Han dormido en repetidores de telefonía, iglesias, colegios y patios de casas familiares. “La gente es increíblemente hospitalaria; muchas veces nos han ofrecido comida y techo sin pedir nada a cambio,” afirma Abel.


Familia que acogió a Abel y Ana en Zimbabwe.

Sin embargo, no todo ha sido fácil. En Etiopía, fueron apedreados en varias ocasiones, lo que califican como experiencias aisladas en un continente que describen como “seguro y sorprendente para viajeros independientes”, dejan claro.


Exploración personal
Para Ana y Abel este viaje no solo es una exploración del mundo, sino también de sí mismos. Su conexión con la naturaleza, las culturas locales y las adversidades les ha llevado a valorar cada momento. “África nos ha enseñado mucho; es un lugar lleno de contrastes, donde cada día es una lección de humildad y resistencia”.

Profesores de una escuela de Zambia donde les dejaron dormir.
Entre pedaladas, encuentros inesperados y desafíos superados, los guadalajareños han capturado la atención de medios como la COPE y la SER, en los programas Tiempo de Juego y Ser Aventurero. Además, comparten su experiencia casi a tiempo real en Instagram y Polar Steps, mostrando la realidad del continente desde una perspectiva cercana y humana.

Reserva de rinocerontes en Zimbabwe.

Pastores de la tribu Sukuma en Tanzania. 
El regreso y el futuro
Aunque disfrutan de su aventura, el horizonte ya incluye su regreso a Tórtola de Henares, donde les esperan sus perros, familia y la vida cotidiana que tanto extrañan. Allí planean convertir esta experiencia en un documental que inspire a otros a explorar el mundo desde una mirada diferente. Abel y Ana son un testimonio viviente de que, con valentía y determinación, cualquier sueño puede convertirse en realidad. África, con su majestuosidad y desafíos, ha sido el escenario perfecto para esta epopeya sobre ruedas.