Año para la esperanza
El gran reto será superar la pandemia, la realidad, convivir con sus vaivenes desde la experiencia adquirida mientras seguimos adelante marcándonos objetivos sin perder la ilusión y menos todavía la esperanza.
Termina la Navidad con el paso mágico de sus majestades de Oriente. Las vacaciones escolares finalizan y los días de asueto también adentrándonos en el crudo invierno hasta ahora afable pero anómalo en lo climatológico. El año empieza con la preocupación por el aumento de todas las variables que desde hace casi dos años analizamos con familiaridad y probablemente con nuevas restricciones en las condiciones del desarrollo de las actividades que forman parte del calendario de nuestras costumbres o rutinas. El gran reto será superar la pandemia, la realidad, convivir con sus vaivenes desde la experiencia adquirida mientras seguimos adelante marcándonos objetivos sin perder la ilusión y menos todavía la esperanza pues si nunca hubo mal que cien años durase tampoco grandes desastres que no fueran finalmente páginas para la historia. La perseverancia, la resiliencia, el esfuerzo, la fe, la determinación y la confianza en la ciencia han de ser las virtudes que nos guíen en este camino difícil que nos queda por recorrer a lo largo de un 2022 como todos imprevisible y lleno de sorpresas de todo cariz. Ante lo sobrevenido solo cabe reaccionar, ante lo proyectado trabajar.
Más allá de lo que el futuro nos depare en nuestras casas, familias o trabajos, tenemos expectativas satisfactorias como la apertura del nuevo Hospital que significará mejores servicios sanitarios en tiempos en que hemos aprendido que la salud es lo fundamental. También veremos un avance casi definitivo en las obras del campus universitario, otra infraestructura que cambiará la fisionomía de la capital provincial. Nuevos centros de salud, institutos, mejoras en carreteras, patrimonio… son muchas las intenciones, avaladas por partidas presupuestarias, y numerosos los proyectos de llegada de empresas con el empleo y el bienestar que suponen, que han de llevarnos al optimismo de cara a un futuro con menos despoblación en las zonas rurales y más prosperidad. Cuando la manija del reloj de otra vuelta de 365 días repasaremos en que queda todo y volveremos a desearnos como hacemos hoy, de corazón, un buen- si es feliz mejor- año nuevo.