Artesanía y tradición de la región se dan la mano para iluminar los escaparates de la Oficina de Castilla-La Mancha en la Gran Vía de Madrid
Ahora que la Navidad es un recuerdo, la Oficina de Promoción Turística de Castilla-La Mancha en Madrid apuesta por sorprender al visitante con aquello que no se espera. El inmueble se ha sumado ya al lema que presidirá la presencia castellano-manchega en la Feria Internacional de Turismo (Fitur), que se celebra del 22 al 26 de enero en Madrid, y ha revuelto en el cajón de la tradición y la artesanía para reivindicar aquello que sale de la mano de los artesanos y profesionales de todos los rincones de la región, cuyas creaciones copan los cuatro escaparates con los que cuenta la oficina, ubicada en plena Gran Vía de la capital de España.
El lema ‘Castilla-La Mancha… lo que no te esperas’ preside unas composiciones concebidas para atrapar al visitante y despertar su interés por aquello que hace de la región un territorio diferencial, las creaciones que nacen de las manos y el saber de sus artesanos y de la tradición transmitida de generación en generación. El escaparate de Gran Vía combina madera, metal, encaje, croché para joyas y fibras naturales. La pieza central es un bargueño en madera de cerezo americano y reproducción de bargueño de tipo español del siglo XVII en el que hay que hay que destacar la talla, así como las uniones, que son de cola de milano, del Maestro Artesano Ignacio Paniagua de Talavera de la Reina (Toledo) y que guarda en su interior algunas joyas: un collar de croché tejido en plata con piedras preciosas de aguamarina, de Punto Croché, en Guadalajara; un juego de toallas y unos pañuelos de encaje de Artes el Villar, de Almagro (Ciudad Real); banquetas de fibras naturales pintadas con el añil característico de nuestra tierra de Enea, Asientos de Artesanía, también de Almagro; un pequeño baúl y bolsa cedidos por Aquilas Buendía, en Yeste (Albacete); y unos tizneros (los actuales salvamanteles) realizados por Mari Paz y Paulina, procedentes de Tórtola de Henares. En esta zona de Guadalajara se está haciendo una labor importante de recuperación de las tradiciones con talleres de fibras naturales, organizados y desarrollados por asociaciones locales.
En la calle Silva, el primer escaparate rinde homenaje a la cerámica de Talavera de la Reina y El Puente del Arzobispo, cuyo proceso de elaboración fue declarado el pasado mes de diciembre Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco. La temática y los colores utilizados son tan únicos, perdurables en el tiempo y son tan característicos de la zona, que han merecido este reconocimiento. En esta ocasión, la selección de piezas para el escaparate se ha concentrado en jarrones y floreros en la zona principal, y en el lateral platos, bandejas y vajillas. Esta es sólo una pequeña muestra, pero que abre un universo de piezas absolutamente maravilloso que se invita a descubrir al visitante, bajo el orgulloso rótulo que reza ‘Castilla-La Mancha: Cerámica Patrimonio de la Humanidad’. El escaparate lo componen piezas de Cerámica Acosta, Cerámica San Ginés, Cerámicas Franpesa, Cerámica Santos Timoneda, Artesanía Talaverana, Cerámica El Carmen y Centro Cerámico de Talavera y por piezas de Cerámica Fletes, Ceramical, Cerámicas Gonfer, Cerámica Juan Antonio Escobar de El Puente del Arzobispo, además de Cerámicas Isabel Rueda, de Segurilla.
El segundo escaparate de la calle Silva está invadido de Meninas y amapolas. El Maestro Artesano Luis del Castillo muestra cuatro Meninas en tonos anaranjados y rojos con su singular trazo y firma. La aportación de Carmen de la Osa de Las Pedroñeras (Cuenca) son unas impresionantes fuentes de loza de amapolas esmaltadas por ambos lados, pintadas con pinceles chinos y decoración bajo cubierta con óxidos alicatados que le dan un color mucho más vivo. Aunque la autora se inspira en flores del entorno conquense, consigue un aire asiático muy atractivo. También la cerámica es protagonista de las lámparas que cuelgan con terciopelo rojo. Son de color blanco y recuerdan a nidos de las avispas alfareras que se cortan en planchas muy finas de porcelana cortadas en espiral y unidas entre sí; otra incorpora flores hechas a mano. Muy pocos ceramistas realizan lámparas de este material por su complejidad y delicadeza. Son piezas de Begoña Clemente, de Albacete.
Finalmente, en el último escaparate de la calle Silva se muestran unas botas de vino en cuero de piel de cabra, hechas a mano en La Solana (Ciudad Real) en el taller de Pedro Alhambra. Tiene diversos modelos, pero para la composición se han elegido unos sencillos en color negro y marrón de un litro y de un litro y medio. Además, un panel fotográfico en gran formato muestra una imagen completamente atípica, pero hipnótica, de uno de los molinos de viento de Campo de Criptana.