Cambio de escenario

Al margen de la tensión vivida con la prórroga o no del estado de alarma y las diversas consecuencias jurídicas y sobre las personas de tal decisión en el Congreso de los Diputados, nos movemos ya desde el pasado fin de semana en un nuevo escenario protagonizado por la salida de los ciudadanos, de toda edad, a las calles, con franjas horarias limitadas, incluso para practicar deporte. Ello significa libertad tras un largo confinamiento, alegría que viene acompañada de buen clima, pero también incremento del riesgo de propagación de un virus que sigue activo, siendo altamente contagioso y mortal, especialmente en las personas mayores. Es una decisión, en esa ponderación entre la reactivación de la economía y la protección de la salud, que tal vez  debería haberse demorado alguna semana más para tener un poco más ganada la batalla epidemiológica y testado el grado de afectación de la población, pero eso ya no tiene solución. Por ello lo que con más insistencia que nunca debemos pedir ahora es responsabilidad a las personas, utilización de las mascarillas en la medida de lo posible y sobre todo mantenimiento de la distancia física que parece ser la clave para evitar el contagio, sin olvidar la higiene de manos y la desinfección de los espacios públicos. Nos gusta que se abra la librería, precisábamos un corte de pelo profesional, es agradable ver el cierre levantado de las tiendas  y sobre todo resulta necesario que todas las personas que viven de estas actividades puedan volver a desempeñarlas y a ganarse la vida prestando su servicio a la sociedad. Hemos recuperado ya parte de la normalidad y poco más libres y avanzaremos en este proceso de retorno a la vida en su sentido pleno si no olvidamos que la pandemia todavía está lejos- como señala la Organización Mundial de la Salud- de ser derrotada. Demos pasos adelante de de manera prudente, segura, tranquila y por supuesto ilusionante.