Carnaval

22/02/2020 - 12:47 Luis Monje Ciruelo

. La carnavalada no nace ahora del pueblo. El Ayuntamiento la programa y la amplía a su gusto.

Con la llegada del Carnaval uno se pone filosófico. Y la Filosofía, según ha escrito algún guasón, no es más que el sentido común vestido de etiqueta. Así que,  aplicando el sentido común se me ocurre pensar, como dijo Larra hace más de siglo y medio, que todo el año es Carnaval. No hace falta esperar al mes de febrero para ver rostros que son máscaras, no por feos, sino por hipócritas, por aparentar lo que no son. Quizá sea en estas fechas, cuando hay menos fingimientos en la calle, pues los que se exhiben disfrazados, no engañan a nadie. Van vestidos así porque el ayuntamiento incentiva sus disfraces lo hagan con máscara o sin ella. Van vestidos de Carnaval, aspirando a los premios y subvenciones municipales. La verdad es que hay algo de falseamiento en estas fiestas desde el momento en que las instituciones las estimulan y las financian en buena parte. No hay espontaneidad en la mayoría. La carnavalada no nace ahora del pueblo. El Ayuntamiento la programa y la amplía a su gusto. A lo mejor es para justificar la prolija –y costosa- tarea de instalar y retirar las pueblerinas guirnaldas de bombillas de colores. Para tres días sólo, alguien diría que no merecía la pena. Aunque dudo que nadie critique al Concejo, si no es algún viejo cascarrabias, por el  presupuesto de estas fiestas., que podría tener aplicaciones más prácticas.  Muchos podríamos preguntar, como antes se hacía, y sin necesidad de cubrirnos con un máscara: “¿A que no me conoces?”. Y ¡claro que no nos conocen¡. Porque aparentamos ser simpáticos y alegres en la calle, y en casa somos ásperos y hurones. Mujeres hay amables y divertidas con los amigos, e insufribles y altaneras con los suyos. Vemos hombres educados y corteses en sociedad, gentiles ante las damas, y en familia son ariscos e, intratables. Viven en un engaño continuo. No hay cosa más fácil que engañar a un hombre de bien, decía Gracián. A veces parece que el Carnaval es consustancial con el hombre. Porque los animales no fingen, en todo caso acechan, se ocultan para preparar el ataque. Nosotros mentimos, engañamos y aparentamos ser corderos cuando en el fondo somos lobos para los otros hombres como escribió Hóobbes. Las carnes tolendas han perdido su origen de privación de la carne ante la llegada de la Cuaresma. 

Ahora nadie se priva en ninguna época del año de la  carne, sea de cordero o de mujer. Y sálvese quien pueda…