Con el freno de mano
Ante esta situación, que en todo caso requiere de mascarilla, ventilación y test de antígenos, reina la confusión, el debate entre el corazón y la razón, del deseo de estar con las personas queridas con la conciencia del riesgo real al que nos enfrentamos con cifras al alza, sobre todo de contagios.
La pandemia entra en una fase de nuevo preocupante tras el largo puente de la Constitución con desigual evolución en las distintas partes del territorio español, comparación de la que salimos bien parados, pero que deja espacio para la preocupación ya visibilizada en las suspensiones de bastantes encuentros en torno a la mesa de amigos, compañeros o familias, entre ellas la habitual de este periódico con su plantilla y colaboradores. Estamos en los días de más reuniones del año y por Navidad llegan a los hogares del mundo entero personas de todas partes. La movilidad implica mayor transmisión del virus en un momento en que la incidencia es elevada en algunas comunidades y alarmante en países del entorno.
Ante esta situación, que en todo caso requiere de mascarilla, ventilación y test de antígenos, reina la confusión, el debate entre el corazón y la razón, del deseo de estar con las personas queridas con la conciencia del riesgo real al que nos enfrentamos con cifras al alza, sobre todo de contagios, pero también de hospitalizaciones y fallecimientos. La solución parece ser vacunación, el bendito tapabocas la mayor parte del tiempo posible, la prueba personal antes de asistir a cualquier acto y declinar asistencia ante cualquier síntoma o contacto con persona que haya dado positivo en horas previas. Es decir responsabilidad, sentido común, protección propia y de los demás.
Esta semana comienza la vacunación en los niños y debemos decir con satisfacción que España entera está siendo ejemplo ante el mundo de hacer las cosas bien en este terreno, primero la sociedad en su conjunto y además los distintos gobiernos de las comunidades autónomas y el ejecutivo nacional. Estamos ya con el sector de población que más incidencia presenta, aunque lo sufra levemente, nuestros niños, y con las dosis de refuerzo para el resto avanzadas. Basta con ver nuestras cifras y las de los países europeos, entre ellos Reino Unido o Alemania que siempre fueron considerados mejores en muchos aspectos para estar orgullosos. Es tiempo de esperanza, de disfrutar, de reencontrarnos, pero de hacerlo con cuidado y el freno de mano puesto.