De príncipes y cretinos

27/05/2018 - 13:01 Luis Monje Ciruelo

No me importaría volver a ver el escenario del regio acontecimiento, en el que estuve hace más de treinta años como turista.

Esa boda real que periódicos y televisiones nos han metido hasta en la sopa durante la pasada semana no me atrevo a llamarla morganática porque no está muy clara la acepción de ese calificativo pues, aun entendiéndolo como boda desigual, vale tanto para el matrimonio de un príncipe con una pastora como al revés, pero por otra parte en las bodas morganáticas el príncipe le da a la novia la mano izquierda al desposarse, y eso no lo vimos. Por eso a estas bodas se les llama también de mano izquierda, no porque estuviesen invitados Pablo Iglesias o Pedro Sánchez, y ni siquiera Rufián. Hemos visto que el príncipe Enrique hacía “manitas” a su novia con las dos manos, lo que indica que es ambidextro, descubrimiento que no creo que sea suficiente para anular el matrimonio. A mi, que tengo la televisión para ver principalmente los telediarios y los partidos del Real Madrid, no me importaría volver a ver el escenario del regio acontecimiento, en el que estuve hace más de treinta años como turista. Y confieso que, acostumbrado como estoy a ver los treinta y cinco castillos que aun quedan, más o menos en pie, en la provincia, y habiendo vivido varios años de mi adolescencia a la sombra del castillo de mi Palazuelos ancestral,  del pueblo de Windsor sólo me quedaron dos recuerdos: uno, el de un par de gorriones comiendo migas de pan en mi mano y otro, el lento deslizarse de las aguas del ya caudaloso Támesis, que con un centímetro más de nivel se hubiesen desbordado. Del castillo de Windsor, eminente fortaleza que se alza espectacular y dominante sobre el casco urbano, aunque su perímetro es menor que el de la alcazaba de Molina de Aragón y casi diría que el de  la fortaleza de Zorita de los Canes, aunque agobia menos, solo nos asomamos a su enorme y desierta Plaza de Armas. Pero quiero dejar constancia de que esa imagen del lento fluir del Támesis canalizado en Windsor, se parece mucho a la sosegada corriente del Tajo en su rinconada de Zorita, ambas con ánades. ¿Y de los cretinos, qué?- me preguntarán algunos al observar que concluyo sin hablar de ellos. Pues de los cretinos, desde Mas y Puigdemont al megabobo de Quim Torras, incluyendo la ralea de independentistas que los circunda, secunda y vitorea olvidando el desastre a que están llevando a Cataluña,  de esos, digo, mejor es no hablar. Así que corto y cierro, ya que no queda espacio para describir la belleza primaveral de nuestras alcarrias y serranías, que es de lo que me hubiese gustado escribir , ahora tan verdes y frescas como entonces vi los campos ingleses al ir desde Londres a Windsor.