Difícil y rara Navidad

25/12/2020 - 17:45 Pedro Villaverde Embid

  No podemos hablar hoy de felicidad, celebración, alegría, jubilo o ilusión.

Navidad es sensaciones, sentimientos, momentos que tan solo se podrán vivir en parte en este año condicionado por normas que prohíben y el dolor por la muerte y el sufrimiento de tantas personas. Serán días sin abrazos ni besos a los que deberán sustituir los ojos que sonríen detrás de la mascarilla, bellas palabras o bonitas felicitaciones pues la tecnología ofrece posibilidades que facilitan la expresión de los mejores deseos. Ha pasado  la noche más  especial, dulce y entrañable del calendario, ocasión de reencuentro o simplemente feliz encuentro con quienes se comparte ya el día a día. Noche para estar juntos, recordar a los que faltan, brindar por lo que está por venir, compartir penas y alegrías. Pues bien este año quienes se han justado han debido hacerlo con distancia, incluso en mesas o estancias distintas, ventilación, mascarilla y mil cuidados en lo que será una experiencia extraña y triste. 

  No podemos hablar hoy de felicidad, celebración, alegría, jubilo o ilusión cuando cincuenta mil personas- de manera oficial- y sabemos que en los primeros meses quedaron sin contabilizar- no se sentarán en la mesa con los suyos y en los hospitales bastantes luchan por su vida con la ayuda de un respirador.  Y mucho menos debemos festejar cuando sabemos que la reunión y la aglomeración significan repuntes, muerte y dolor en un inmediato futuro. Es cierto que los comercios, la restauración, la hostelería necesitan del consumo para dar de comer a tantas familias, los niños merecen vivir el sueño de la llegada de los Reyes Magos y la sociedad precisa de una inyección de esperanza, pero la prioridad en las navidades más difíciles y duras de nuestras existencias ha de ser no poner en peligro la vida de nuestros seres queridos, actuar con responsabilidad, hacer primar el bien común sobre los naturales anhelos de diversión en la mayor muestra de generosidad y solidaridad posibles.Regalemos a los demás nuestra prudencia y sentido común convertidos en la mejor ofrenda a ese niño Dios que nace cada año en nuestros corazones.