Dos horas y media para prender una hoguera de siete metros
Más de 200 personas fueron testigos de un curioso suceso. “Está lloviendo lo que no está escrito” decía el viernes el alcalde de una localidad alcarreña, antes de que ayer sábado se prendiera la hoguera. San Antón -la fogata lleva su nombre- ayudó a los vecinos a que las llamas surgieran como de la nada.
La hoguera es redonda. Descomunal. Mide igual el alto que el ancho. Son siete metros en los que los lugareños meten una incalculable cantidad de leña.
Un camión bajó los troncos y ramas que se pusieron en la plaza. A las 19,30 horas comenzó a prenderse, pero el primer edil se acordó de sus palabras: “Ya os lo decía, ya os lo decía... La leña está húmeda”. Raúl García Moratilla, el regidor de Escariche, asegura a Nueva Alcarria que “costó muchísimo encender la fogata”.
Estaba toda la leña húmeda del día anterior, “tardamos dos horas y media hasta que nos hicimos con ella”. Sin embargo ni él, ni el resto de los vecinos, se quedó con los brazos cruzados: “Cogimos sopletes y venga a esperar a que fuera cogiendo temperatura”.
DOS HORAS Y MEDIA EN TOTAL
Ya a las 22.00 horas empezó a coger fuerza. “Luego tuvimos que esperar a las ascuas para cenar. Cenamos sobre las 11 de la noche”, aporta. Sin embargo, los 200 asistentes esperaron pacientemente entre refresco y refresco; entre un vino y otro, una y otra copa.
Por fín pudieron poner sus chorizos, pancetas, morcillas, alitas de pollo, chuletas, etc. Pero la noche no acabo ahí. “Luego tuvimos discomóvil, a las 11,30 horas, hasta las cuatro de la mañana”. Los más dicharacheros siguieron hasta las 7,15 horas de la mañana, gracias al calor de las brasas.
NO ES UN MITO, ES UNA REALIDAD
Y nadie en Escariche hace magia. Lograron prender los gigantescos troncos de un metro de diámetro que se trajeron del campo junto a las ramas que se preparan antes para que puedan ser recogidas, tal y como hacen todos los años, cuando llega el sábado que sigue a la fiesta de San Antón.
Sus grandes dimensiones van acorde con el enorme ambiente de hermandad que procedió de los más 200 hijos del pueblo que se dieron cita.
LA ‘MANO’ EN EL FUEGO
El alcalde, con medio siglo de vida, pone la mano en el fuego, nunca mejor dicho, y remarca, con orgullo, que desde que nació ya se viene celebrando. En realidad, nadie sabe la de años que tendrá esta tradición…
El regidor municipal recuerda cómo antiguamente se hacía en el paraje del Rulo, más tarde, al lado de la carretera y luego en la plaza del pueblo. Y ahí sigue y, sin duda, seguirá por muchos años.