ECO DE CAMPANAS AL ANOCHECER, indescriptible placer auditivo
Ha pasado un año desde que la UNESCO designara el toque de campanas como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Entre ellos destaca el de Alustante, Bien Cultural Inmaterial. El eco de las miles de campanas sigue resonando por toda la provincia gracias a sus vecinos, que no quieren que se olvide la importancia de que sigan dando volteando.
Sin embargo otras localidades, como Yunquera de Henares, Valfermoso, Cantalojas, Checa, Orea, Paredes de Sigüenza, Alcoroches, Tartanedo, Fuentelsaz o Valdesaz, cuentan con experimentados campaneros que hacen resonar de forma mágica, intangible, las campanas de las torres de sus respectivas iglesias. Pero son sólo un ejemplo de una Guadalajara que tiene por delante un amplísimo campo para investigar, ya que se trata de una tradición muy arraigada en todos y cada uno de sus pueblos.
Campanario de Alustante.
El etnólogo guadalajareño, natural de Robledo de Corpes, José Antonio Alonso, habla de una provincia que tiene grandes campaneros “que siguen una tradición que ha pasado de padres a hijos o de abuelos a nietos”. Conocedor del asunto, debido a su extensa trayectoria como técnico de Etnografía de la Diputación Provincial, ya jubilado, señala que “Alustante, sin duda, es el estandarte número uno”. Sin embargo, a día de hoy, hay multitud de campaneros de prestigio y conocimiento de la tradición, como Antonio Garrido, de Cantalojas; Jaime Manso, de Paredes de Sigüenza; Víctor Foguer y Álvaro Romera, de Valdesaz; Diego Sanz, de Alustante, Pedro Loranca, de Atienza; además de infinidad de anónimos que contribuyen a mantener la tradición en Guadalajara.
Campanario de Robledo de Corpes.
Casi todos los pueblos de la provincia cuentan con sus toques de campana. “Lo que vino a reconocer la Unesco fue que todos los lugares en los que se han mantenido, en mayor o menor medida, un repertorio de toques, esos toques están protegidos dentro de la figura de Patrimonio Cultural Inmaterial”, aporta el historiador de Alustante, Diego Sanz. “Este reconocimiento es muy beneficioso para los pueblos, porque puede facilitar la obtención de subvenciones para restauración de campanarios”, asevera. Por encima de la mayor o menor repercusión o grandiosidad de los toques de campana de los pueblos, lo importante, a su juicio, es “mantener el espíritu intangible, sensorial, del toque de campanas, algo similar a un paisaje acústico que percibes cuando recorres los pueblos de la provincia y escuchas distintas modalidades”, dice. “Algo que es necesario que se conozca, que se pueda registrar e investigar de forma sistemática -prosigue- dada la gran cantidad de toques que se han conservado, casos de personas que descubres que han sido monaguillos de pequeño y tienen conocimientos en la materia, o aquel que se sube a un campanario y realiza un toque maravilloso”.
Diego Sanz, historiador y campanero de Alustante.
José Antonio Alonso, recuerda que Diputación provincial, a través de la Escuela provincial de Folklore y Centro de Cultura Tradicional, lleva impulsando la recuperación de esta tradición desde los años 90 del siglo pasado mediante demostraciones en distintos pueblos de la provincia. “El objetivo era mostrar a la gente todo este patrimonio inmaterial que décadas después iba a tener el reconocimiento de la Unesco”, ilustra. “Éramos conscientes de que era un sistema de comunicación absolutamente extendido por toda España –prosigue- y que no solo era un medio de comunicación de cuestiones religiosas, que también, sino que además era una forma de comunicar a las comunidades distintos mensajes”. Recuerda que además había campanas en los ayuntamientos, “pero el hecho de que estén situadas en las iglesias quiere decir que la institución eclesiástica era la que regía la vida de las personas”.
Rememora que él coordinó varios eventos. Por ejemplo, en 1993, en la torre mudéjar de la concatedral de Santa María, en la capital, se llevó a cabo una primera demostración de toques de campana, a cargo de Jaime Manso y Antonio Garrido; en 2004, en el mismo lugar, Antonio Garrido, Diego Sanz y Jaime Manso. En 2019 hubo otra en Atienza, en la que participaron Pedro Loranca y Víctor Foguer, en el campanario de la iglesia de la Trinidad.
En toda Guadalajara el volteo de campanas, cuando llega un gran evento, es muy común. Al de Alustante, localidad con un centenar de habitantes emplazada en la comarca de Molina, ya antes la Junta de Comunidades le había otorgado el toque manual de campanas que se lleva a cabo en el pueblo título de Bien de Interés Cultural Inmaterial.
Campanero de Yunquera de Henares.
Durante más de 15 años, en conjunción con la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y la Asociación Cultural Hontanar, el Ayuntamiento de Alustante ha estado trabajando para la conservación de un conjunto de toques de campanas que representan uno de los medios de comunicación de masas más antiguos de los que dispone esta comunidad rural.
En esta localidad se recuperó el toque manual de las campanas al no salir rentable a la parroquia el sistema mecánico que existía, ya que sufría constantes averías. El campanero Juan Martínez Fonfría interpretó de nuevo los toques tradicionales. Tras su muerte en 1990 sus hijos y nietos continuaron con esta labor. Fue todo una casualidad. “Las campanas estaban electrificadas, pero la instalación era muy antigua y no funcionaba en condiciones”, recuerda el también doctor en Sociología, Diego Sanz. El coste de mantenimiento era muy elevado para la parroquia, “con lo que volvimos a poner las cuerdas, cuando mi abuelo aún vivía, a principios de los 90”, rememora.
Diego comenzó a estudiar y recoger los toques de campana que tradicionalmente se llevaban a cabo en Alustante. El resultado de la investigación, tras preguntar a campaneros de la comarca, de Alcoroches, Tartanedo y Fuentelsaz, entre otros, recogió hasta 16 toques de campana diferentes, cuyas variantes los convertirían en más de una veintena, lo que le permitió analizar hasta qué punto existían diferencias y similitudes entre los distintos pueblos.
El campanario de Alustante posee cuatro campanas cuya refundición se documenta repetidas ocasiones desde principios del siglo XVI hasta 1974, año en que se refundió la campana María. Dicho campanario, realizado en sillar de caliza muy blanda de Orihuela del Tremedal, posee una altura aproximada de unos 40 metros. “El bronce seguramente viene desde la Edad Media, pero se rompían cada cierto tiempo, algo que estaba muy asumido, con lo que las campanas que tenemos no son muy antiguas”, ilustra.
La más antigua –informa- es de 1803, la campana del reloj. La de San Pedro, de 1883; la de Santa Bárbara, de 1928; y la campana María, con numerosas fundiciones, reparaciones, es originaria de la Edad Media.
Los toques en Alustante y en el territorio molinés se basan en cuatro técnicas, a veces combinadas: la señal, el repique, el medio vuelo o medio bando y el volteo o bandeo. “Los que han quedado son prácticamente los religiosos, misas, misas en ermitas, con sus variantes, los difuntos, que seguimos diferenciando entre hombre y mujer, bandeo de procesiones, entre otros”.
Diego Sanz, de la mano del Ayuntamiento, con su alcaldesa al frente, Rosabel Muñoz, la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, la Asociación Cultural Hontanar, y la Junta, a través de la dirección de Patrimonio de la Junta, que encabezaba Lázaro Alonso Torre, ha logrado que esta tradición forme parte de los archivos del Gobierno regional, con la designación de Bien Interés Inmaterial. “Lo que tratamos de preservar es el repertorio que se ha conservado, por ejemplo, si hay alguna reunión especial de vecinos, seguimos tocando a concejo; en el momento en que se restauren las campanas seguiremos tocando a nublo, desde el 3 de mayo hasta el 14 de septiembre y los toques de oraciones, que en días especiales los hacemos, al amanecer, mediodía y noche”, señala.
Las campanas se siguen escuchando de forma cotidiana en Alustante, de la misma forma que en numerosos pueblos de la comarca y de la provincia. Los toques de campana son una parte central de los eventos, celebraciones y espectáculos locales. La práctica se transmite de los campaneros a las generaciones más jóvenes y a través de grupos u organizaciones de campaneros que, además de documentar e investigar la práctica, también tocan, transmiten, instruyen y difunden el arte del toque tradicional de las campanas. La mayoría de las personas que transmiten estos conocimientos son a su vez jóvenes que intentan reclutar nuevos entusiastas para continuar la práctica.
Todos los años, en Alustante, Diego Sanz lleva a cabo una exhibición de toques de campana: “Lo que habitualmente hacemos es que se pone alguien con un micrófono, o con la megafonía municipal, y va explicando los toques; nosotros posteriormente los tocamos, porque algunas veces es más interesante el significado, de dónde vienen los toques, que el propio toque”, ilustra Diego Sanz. “Este año fue en verano y tuvimos como invitado a Álvaro Romera, campanero de Valdesaz, autor de un trabajo que ha elaborado conjuntamente con otro escritor Carlos Jiménez, de Escalonilla (Toledo), ya que antiguamente Valdesaz pertenecía a la diócesis toledana”, indica.
Una treintena de toques distintos
José Antonio Alonso recuerda los tipos diferentes que hay –muchos de ellos los plasma en su libro Robledo, de memoria-, entre otros, toques de oraciones; toques de misa, toques de misa en ermitas, toque de rosario, repique de fiesta, repique de Domingos Terceros, toque de escuela (clase), toque de doctrina, toque de penitencia (confesión), toque de tintilinublo (para alejar tormentas), toque de concejo (aviso de eventos civiles), toque de rebato (de peligro), toque a perdidos (para avisar de que se había perdido una persona), toque de difuntos, muerte de adulto; muerte de niño; y bandeo (fiestas patronales), a “Hacendera” (trabajos comunales); para cobrar la contribución; clamores; alborroque (para circunstancias concretas, como por ejemplo anuncio de venta de tierras); agonía (cuando alguien agonizaba); alborroque (invitar a la gente a vino); del alba; o del ángelus.
En el caso de Alustante, hay muchas formas de tocar las campanas. “Por ejemplo, los toques de fiesta se realizan con las dos campanas; con un repique, cuando moría un niño, que se hacía con la campana mayor y con un campanillo”, ejemplifica Diego Sanz. Los bandeos se realizan con las dos grandes más los campanillos. “Normalmente pido que suba alguien a ayudarme, siempre me suele ayudar algún vecino del pueblo”, explica Diego Sanz.