Efectos colaterales
No solo de Covid muere el hombre o la mujer y esta lacra se está cobrando más víctimas que las que el contador nos marca cada jornada.
Pendientes desde hace alrededor de un año y medio diariamente de la evolución de contagios y hospitalizaciones por el Covid-19, además de la cifra de fallecidos, parece que aceptamos con resignación o al menos sin visibilizar preocupación los efectos colaterales causados por el protagonismo absorbente de la pandemia y su monopolio de los recursos. Así, por ejemplo, se han dejado de realizar cientos de miles de pruebas rutinarias que permiten detectar y actuar de manera precoz sobre el cáncer disminuyendo la supervivencia en esta enfermedad, porque los médicos se enfrentan a estadios avanzados de la misma contra la que los tratamientos pierden efectividad. Hasta un 30% de los casos no se han diagnosticado y no olvidemos que sigue siendo la enfermedad que más muertes causa al año y contra la que no puede bajarse la guardia.
Los enfermos, con patologías crónicas, tampoco tienen en muchos casos el seguimiento y la atención que precisan, muchos servicios socio sanitarios se han dejado de prestar o se han visto reducidos, las consultas por teléfono son menos eficientes y desaniman a quienes buscan consejo o un poco de cariño de su médico de cabecera. Del orgullo en el sistema estamos pasando a la decepción o la apatía, la cercanía con el profesional, la confianza al acudir a la Atención Primaria se está perdiendo y ello afecta a la salud de las personas. Son las circunstancias, hace falta seguir protocolos de seguridad, se debe priorizar lo que parece más urgente o vital como es la vacunación, lo telemático sustituye en lo que puede a lo presencial y las fuerzas dan hasta donde llegan. No es culpa del personal sanitario que ha redoblado esfuerzos y demostrado su profesionalidad, es saturación que requiere de soluciones y no de conformismo.
A ello se suman las consecuencias para personas con algún deterioro cognitivo o simplemente mayores por la perdida de las relaciones sociales, de sus actividades en los centros sociales, sus excursiones, las horas del centro del día o las celebraciones familiares. No solo de Covid muere el hombre o la mujer y esta lacra se está cobrando más víctimas que las que el contador nos marca cada jornada. Y solo estamos hablando de sanidad.