El desfiladero del Mesa

13/02/2021 - 18:43 Luis Monje Ciruelo

 La ida puede hacerse por Maranchón, Codes –formidable observatorio desde su cima sobre leguas y leguas de sabinares- con una plaza presidida por un curioso navajo.

A finales del  siglo pasado dediqué un comentario en estas  páginas por la  sorpresa  que me produjo el descubrimiento del barranco o desfiladero abierto por el río Mesa al salir de  la provincia e internarse en la de Zaragoza. En Villel había estado varias veces y alguna en Algar. Estoy  hablando  de la  zona al norte  del Señorío de Molina. El Mesa tiene la singularidad de que envia sus aguas al Ebro, y por lo tanto al  Mediterráneo, a diferencia del resto de los ríos provinciales que las  mandan al Tajo. La carretera continúa paralela al Mesa y pueden recorrerse la totalidad de los  16 kilómentos de cañón que hay desde Villel a Jaraba, para incorporarse en Cetina a la Autovía de Aragón en el viaje de vuelta. La ida puede hacerse por Maranchón, Codes –formidable observatorio desde su cima sobre leguas y leguas de sabinares- con una plaza presidida por un curioso navajo, que es como llaman en estas tierras a las pequeñas charcas que la jalonan. Tras penetrar  la carretera en Soria unos pocos kilómetros, a la altura de Iruecha, desciende en pocos kilómetros casi 400 metros hasta el Mesa poco más abajo de Mochales. En Villel, un hermoso pueblo coronado por un castillo roquero, está el hotel-restaurante El Molino que, de continuar abierto, sería el lugar aconsejable para pernoctar y disfrutar con reposo de aquellos bellos parajes. No hay otro en la zona, que yo sepa, hasta llegar a los balnearios de Serón y de la Virgen, ya en tierras zaragozanas. Alguna vez he contado que, en cierta ocasión, mientras comía allí debajo de un cerezo, para no esperar a que quedase libre una mesa en el comedor, varios buitres sobrevolaban el valle. Con los prismáticos que previsoramente llevaba, y que en este viaje conviene no olvidar, contemplaba el planear solemne y poderoso de estas rapaces, que sólo agitan sus alas para iniciar el vuelo si lo hacen desde el suelo. Me llamó la atención entonces el ver no sé si ocho o nueve buitres sobre Villel, que está en el lugar más abierto del valle, todavía no barranco.  No quiero volver a insistir en los atractivos de estos parajes, que admiten comparación con el Barranco de la Hoz y, en algunos aspectos, lo superan. Por ejemplo, ha habido que perforar un túnel, ya en la provincia de Zaragoza, cerca de Calmarza, para la carretera, al no dejar espacio en aquel lugar el estrecho por el que pasa el río. La vegetación es también abundante y las rocas alcanzan en algunos puntos quizá los cien metros de altura sobre el fondo del valle.