El Ejército y yo

03/06/2017 - 13:43 Luis Monje Ciruelo

El Ejército y Guadalajara han estado han estado unidos durante los últimos siglos, y muy estrechamente durante la existencia de la Academia de Ingenieros.

El pasado sábado fui uno de los miles de alcarreños que nos fuimos a las terreras de Aguas vivas sobre el río y terminamos con dolor de cuello para ver pasar “in situ” los aviones y helicópteros del Ejército, pero ni vimos con los prismáticos el desfile por las calles Camilo José Cela y Salvador Embid. ¡Cuánto hubiese disfrutado Salvador al oír tantas veces repetido su nombre en radios y televisiones nacionales!. A Cela le hubiese hecho menos impresión, lógicamente, pero los amigos de ambos escuchamos con gusto sus nombres unidos al de Guadalajara, que no suena tanto en los medios como provincia modesta que somos, aunque de creciente importancia. Con satisfacción y orgullo hemos visto unidos el Ejército y Guadalajara, como lo han estado durante los últimos siglos, y muy estrechamente durante la existencia de la Academia de Ingenieros, que tantas veces atrajo a los Reyes para presidir la entrega de despachos a los cadetes al finalizar los estudios o en la clausura de los cursos, sin olvidar la década en que funcionó provisionalmente  en Guadalajara la Academia de transformación de Infantería en el edificio de las Adoratrices. Y todos nos sentimos fracasados cuando a pesar del empeño de las autoridades, y al frente de ellas el gran alcalde don Enrique Fluiters, no se consiguió que volviera la Academia de Ingenieros del Ejército hasta que un incendio la destruyó en febrero de 1924. En la rivalidad entre Burgos y Guadalajara al terminar la Guerra Civil para conseguirla, Guadalajara, una provincia de la zona roja, no podía triunfar frente a la ciudad que fue capital de la España franquista los tres años de la Guerra.   Nos quedamos sin la academia de infantería, que volvió a Toledo, y sin la de Ingenieros que se concedió a Burgos. Como única llamada que mantuvo la presencia del Ejército nos quedaron los talleres del centro Electrotécnico del Fuerte de San Francisco y el Parque de Aerostación como testimonio de que en Guadalajara habían surgido los primeros pasos del Arma de Aviación, primero con globos, luego con dirigibles con presencia diaria en nuestro cielo sobre el barrio de Manantiales, lo que en parte tenemos que agradecer a tres  generaciones de General Vives, asentadas en Azuqueca. Y también nos quedó el Regimiento Mixto de infantería junto a la caja de Reclutamiento al final de la calle de Alvarfáñez, que fue derribado al abrir en el polígono de descongestión lo que fue llamada Avenida del Ejército en su honor.
    La ministra de Defensa, Cospedal, ex presidenta de Castilla-la Mancha, encontró razones de sobra para celebrar el Día del Ejército en Guadalajara.