El Festival Medieval de Hita ya es sexagenario


El Festival Medieval de Hita se celebró por primera vez en los albores del verano de 1961 y su creador, impulsor, director y ‘alma mater’ fue, desde esa pionera edición, el reputado filólogo Manuel Criado de Val.

Por Jesús Orea 

En la edición de 2022, que va a celebrarse este primer fin de semana de julio, el Festival Medieval de Hita conmemorará el 60 aniversario del inicio de su actividad, una señalada efeméride que el ayuntamiento de la histórica localidad guadalajareña ha querido resaltar preparando un importante programa. En él destacan, como es habitual desde que se celebró la primera edición de este festival en 1961, las actividades que van a tener lugar el sábado, especialmente el torneo medieval en el palenque y el teatro en las ruinas de San Pedro, representándose en esta ocasión, como no podía ni debía ser de otra manera, el mismísimo Libro de Buen Amor, del Arcipreste de Hita, a cargo del Teatro Guirigai, en versión y dirección de Agustín Iglesias. Se da la circunstancia de que la obra de teatro medieval que se representó en Hita el día 17 de junio de 1961, fecha en la que tuvo lugar la primera edición de este festival que inspiró y puso en marcha Manuel Criado de Val, estaba basada en la conocida obra de Juan Ruiz, titulándose “Doña Endrina”, de la que era autor el propio impulsor del evento y que había sido estrenada, justo un año antes, en el Teatro “María Guerrero”, de Madrid. La lógica de aquella elección de Criado de Val es absolutamente aplastante: representar en la misma villa de Hita una pieza teatral inspirada en la obra culmen de su gran Arcipreste; es decir, llevó la figura a su propio paisaje, poniendo así las cosas en su sitio, algo que, lamentablemente, no siempre ocurre en nuestra, a pesar de los pesares, querida España, como cantaba Cecilia, aquella voz de letras impecables que calló para siempre un accidente de tráfico en Benavente. 

Aunque después daremos más detalle del amplio y buen programa del Festival Medieval de Hita de este año, antes vamos a echarle un vistazo retrospectivo que es lo que procede cuando se cumplen y conmemoran efemérides. Este Festival, junto con “La Caballada” de Atienza -que, por cierto, este año ha cumplido 850 años, reafirmándose como una de las citas castellanas de mayor importancia y relevancia históricas, además de ritualidad y vistosidad-, es una de las dos fiestas, de las muchas que hay en esta festera provincia, que están declaradas “De Interés Turístico Nacional”. Al respecto de esta calificación, cabe señalar que cuando en 1980 se declararon las primeras diecinueve fiestas “De Interés Turístico Nacional”, tanto la de Hita como la de Atienza ya formaban parte de esa primigenia y privilegiada relación que, con el paso de los años, ha llegado a extenderse hasta las 156 citas festivas que, en la actualidad, merecen el título de ser “De Interés Turístico Nacional”. Como curiosidad y como referencia, significar que las últimas fiestas que se han declarado de este rango, en 2021 y 2022, han sido las siguientes: el Rally Princesa de Asturias, en Oviedo; las Fiestas del Almendro en Flor, de Tejeda (Gran Canaria); los Carnavales de Cebreros (Ávila); la Nit de l’Albà de Elche (Alicante); la Semana Santa, de Alicante; el Gran Prix de Carrilanas, en Esteiro-Muros (La Coruña) y las Fiestas de San Isidro Labrador en Yecla (Murcia). En Castilla-La Mancha hay declaradas 15 Fiestas de Interés Turístico Nacional, muchas de ellas carnavales y semanas santas, pero las dos primeras fueron las de Atienza e Hita, mientras que la siguiente, la Semana Santa de Tobarra (Albacete), muy famosa por su “tamborada”, no se declaró como tal hasta 8 años después.

El Festival Medieval de Hita se celebró por primera vez en los albores del verano de 1961 y, como ya hemos dicho, su creador, impulsor, director y “alma mater” fue, desde esa pionera edición, el reputado filólogo Manuel Criado de Val, quien conocía desde bien niño ese paisaje tan personal y contundente que conforman el cerro testigo de Hita y el llano que lo rodea pues, aunque él había nacido en Madrid, su padre era de Rebollosa de Hita, un pequeño pueblo que, a pesar de llevar el apellido hiteño, administrativamente depende de Torija, municipio del que forma parte como barrio anexionado.

Según decíamos, el Festival Medieval de Hita nació en el inicio de la década de los años sesenta del siglo XX, en una España que aún se lamía las heridas de su entonces todavía reciente Guerra Civil, especialmente en lugares como Hita, que habían quedado literal y materialmente arrasados en la contienda, debiendo ser reconstruidos de sus ruinas por un organismo que se creó expresamente a tal efecto y que se denominaba “Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones”. Gracias al empeño y el trabajo de Criado de Val, el Festival Medieval de Hita alcanzó pronto notoriedad pública como evento cultural y festivo singular, hasta merecer formar parte de los llamados “Festivales de España” -en la imagen que acompaña este texto se puede ver el programa de 1971, con el punto psicodélico propio de la época-, que en verano recorrían todo el país y cuya marca era sinónimo de calidad artística. Si el Festival de Hita nació siendo, fundamentalmente, una representación de teatro medieval, de hecho se publicitaba como “Teatro Medieval de Hita”, cada edición fue sumando nuevos contenidos hasta conformarse, realmente, en una completa propuesta multidisciplinar: Música –a destacar la aportación en este ámbito del gran Cristóbal Halffter-, danza y poesía medievales, alardes de botargas –las tres primeras que acudieron a Hita fueron las de Retiendas, Beleña y Majaelrayo- y otros enmascarados, comidas con menús de sonoras viandas –como los más resabidos que saboreados “fígados de cabrón con ruibarbo”-, torneos medievales en el palenque –compuestos por justas a caballo, combates a pie y vistosas pruebas de estafermos, bohordos, anillas, etc.-, mercadillos artesanales y, por supuesto, corridas de toros que, durante años, fueron el plato fuerte del festival, junto con el teatro, siendo incluso alguna retransmitida en directo por TVE. Todas estas actividades terminaron por conformar un atractivo programa que, seis décadas después de nacer, aún mantiene un importante poder de convocatoria y de notoriedad y conocimiento públicos, no sólo a nivel provincial, que deben ser cuidados como oro en paño porque a Guadalajara le cuesta mucho hacerse notar fuera para bien.

No quiero, porque no debo, terminar este mirando atrás (sin ira, por supuesto) del Festival Medieval de Hita, sin hacer una referencia expresa, no por razones de amistad sino de estricta justicia, a Javier Borobia, pues gracias a él, cuando el evento pasó por una evidente crisis, a finales de los años 80 y principios de los 90, fundamentalmente por cuestiones económicas, no sólo se mantuvo, sino que se impulsó, merced a su inteligente labor para sumar voluntades y esfuerzos personales y colectivos al festival. Esta tarea la comenzó Javier logrando una mayor implicación y participación en él de los habitantes del propio Hita, y la colaboración altruista y desinteresada de asociaciones como “Arcipreste de Hita”, “Antorcha”, “Teatro Joven de Brihuega” y “Gentes de Guadalajara”, supliendo solventemente con sus actores, figurantes, técnicos y productores aficionados a los profesionales que les precedieron en ediciones anteriores. Muchos de ellos de renombre y algunos hasta bien pagados, como Carlos Ballesteros -especialmente éste que en alguna edición llegó a cobrar hasta un millón de las antiguas pesetas por hacer un simple play-back-, y José Sacristán, Carmen Maura, José Carabias o Juan José Otegui que participaron en el teatro de Hita cuando sus carreras artísticas se iniciaban.

Del programa preparado por el ayuntamiento de Hita para conmemorar la 60 edición de su Festival Medieval yo destacaría lo concerniente a las artes escénicas y musicales, con varias propuestas notables, además del teatro ya comentado al principio. El sábado, a mediodía, se representará una boda (entiendo que bufa) de Don Melón y Doña Endrina, dos de los personajes claves del Libro de Buen Amor junto con Don Carnal y Doña Cuaresma que, por supuesto, volverán a tener su tradicional combate por la tarde, antes del torneo medieval y después del alarde de botargas y demás personajes, otro punto fuerte del festival desde su primera edición. Poesía, cuentos, danza y buena música, a cargo de Xalamut e Ixera, dos grupos ideales para kermés de época, completan el programa junto con mercadillos, tabernas y vistosos espectáculos en el palenque o de animación de calle, entre los que no faltarán las castellanísimas dulzainas.