El regreso de la mili
Más de tres años y medio de guerra en Ucrania. Guerra que no es tal, sino una invasión fracasada. Es importante decirlo una y mil veces para evitar maniqueísmos baratos como esos “no a la guerra” con que algunos adornan su narcisismo moral pidiendo una especie de tregua entre iguales.
Digan “no a la invasión” y se entenderá todo mucho mejor, sobre todo al ver quién mantiene la negación y quién la deforma. Todo ha cambiado en este tiempo, en particular tras la llegada a la Casa Blanca del inefable Donald Trump. La seguridad -los debates sobre cómo garantizarla y qué la amenaza- está sobre la mesa. Y no podemos mirar para otro lado. Se anuncia que España ha conseguido el 2% del gasto en defensa, dato engañoso ya que de repente, sin cambiar nada, aflora lo que ya se sabía: que hay una parte del presupuesto destinada a la industria o la investigación que, sin ser gasto militar en sentido estricto, bien puede considerarse como tal. O antes gastábamos de más o ahora intentamos colársela a la OTAN, como así parece, pero las dos cosas no, oiga.
Alemania debate reintroducir el servicio militar obligatorio para varones mayores de 18 años, y voluntario para las mujeres. Mark Rutte, el secretario general de la OTAN, habla claro: si no aumentamos el gasto en defensa, más allá de maquillar las cifras, lo mejor será que empecemos a aprender ruso. La posibilidad de que los Estados Unidos nos defiendan, como parte de un mismo proyecto civilizatorio occidental, es impensable con un psicópata al frente. En España nos podemos engañar a nosotros mismos, podemos timar a nuestros socios europeos y burlarnos del resto, pero la realidad será, como siempre, tozuda. Los bárbaros acechan a las puertas, quieren arrasar lo construido en las últimas décadas, quieren acabar con nosotros. Han conseguido apoyos intramuros: caballos de Troya que nos intentan confundir, predicadores que mienten, geógrafos que falsean los mapas. En nuestra mano está impedirlo, si no es tarde.
No parece buena idea regresar a la mili obligatoria, lo importante es tener un buen ejército, bien capacitado, con recursos y tecnología. El servicio militar no garantizaría ese objetivo, al contrario. Hacer la mili tenía un doble objetivo: conseguir soldados y nacionalizar. Lo primero se consiguió. De lo segundo tengo más dudas. Se nacionalizó, sí, y necesario es, pero con unos principios de otro tiempo, alejados de los valores democráticos liberales. No mezclemos los temas o nos arriesgaremos a perder en todos los frentes. Hay que fomentar los valores patrios, pero no a través de levas. Ese es otro tema, ese tiempo ya pasó. Centrémonos en lo importante.