Fallece Gilda, la vendedora de cupones más conocida de Guadalajara

27/06/2025 - 11:01 FCV

Hermenegilda Portillo, Gilda, la vendedora de cupones ciega que durante décadas fue una figura muy querida y reconocida en Guadalajara, ha fallecido esta madrugada en Madrid. Su cuerpo será trasladado esta tarde al tanatorio de la capital alcarreña, donde se instalará la capilla ardiente a partir de las 16.00 horas, y recibirá sepultura mañana en Huertapelayo, localidad donde nació.

Gilda se encontraba ya jubilada desde hace varios años, y apenas salía de su casa, en donde era atendida por sus familiares y personas de ayuda a domicilio. Estaba próxima a los noventa años y su nombre permanece en la ciudad, no solo en el recuerdo colectivo, sino también en el callejero, que incluye una vía dedicada a ella. Guadalajara le rindió homenaje en varias ocasiones, y su figura fue recogida en espacios como “Rincones con alma”, que recuperaron vivencias ligadas a su trayectoria.

Durante años fue una presencia habitual en las calles del centro, vendiendo cupones con una actitud siempre cercana y positiva. Su discapacidad visual no impidió que se ganara el afecto de generaciones de guadalajareños, que hoy lamentan su pérdida.

Sus restos serán enterrados mañana en Huertapelayo, donde descansará junto a sus raíces.

El colaborador de Nueva Alcarria, y divulgador costumbrista de la intrahistoria de Guadalajara, Edu Díaz, recuerda que "pocas personas hay en Guadalajara, que no hayan saludado, hablado o comprado un cupón de la ONCE a la popular Gilda".
   

Gilda desde su infancia fue invidente, por lo que sus familiares, la trasladaron a la capital, para que desde su niñez aprendiese los hábitos naturales "para convivir con esta terrible y fatal enfermedad", describe. Posteriormente ingresó en la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) y comenzó a ganarse su vida, vendiendo los célebres cupones. "Desde que comenzaba su jornada laboral a primera hora de la mañana y hasta el mismísimo comienzo del sorteo diario, Gilda trabajaba sin descanso por la zona centro de Guadalajara", describe Edu.

"Era inconfundible su “voyyyyy” y, en cuanto recibía un saludo de algún conocido, ella ya sabía su nombre, su lugar de trabajo, donde había nacido e incluso en donde vivía. Y en ese momento, comenzaba a trabajar con su típico : “ Toma anda, dos cupones, que hoy va a ser tu día de suerte”, añora.


Gilda comía siempre en los bares de la zona de Bardales, como Bar Club, Casa Víctor, “ La Criolla”, en donde antiguamente se servían comidas y cenas, Las Palmeras o en el Ventorrero "y aunque ella se encontrase comiendo, siempre lo hacía en la barra; si aparecía un cliente, inmediatamente dejaba de comer para vender su cupón y una vez conseguido el objetivo, seguía comiendo".
   

Muchas veces y en reconocimiento a que era la que más cupones de largo vendía en Guadalajara, los directivos de su empresa la propusieron un puesto de venta cubierto, para que no pasase frío en invierno y calor en verano, pero su respuesta siempre era la misma: “Mi lugar de trabajo es la calle y no  quiero vender mi cupón en esos monstruos de quioscos”.

Al final de su trayectoria laboral, el Ayuntamiento reconoció a Gilda su cariño y amor a la ciudad de Guadalajara, dedicándole una calle en la zona de la Chopera. "Aunque dicha vía no tiene numeración, sirve de enlace entre José de Juan y Federico López y en los dos chalets adosados que componen la calle, en uno de ellos figura una plaza de hormigón muy bonita en la que figura su nombre y en el otro una placa metálica, en la cual es ilegible su nombre y bueno sería que dicha placa se sustituyese por otra nueva", dibuja el cronista.
        

"Como anécdota curiosa -recuerda Edu- puedo contar que, a “Goyo, el Pipero”, que regentaba el puesto de golosinas de la Plaza Santo Domingo, le vendió el gordo de la ONCE, justo dos días después de fallecer su esposa". Ella siempre recordaba, que hubiese cambiado el gordo que había dado, por la vuelta a la vida, de su querida amiga “Angelita”, prosigue.