Guerra sin cuartel

04/04/2020 - 13:40 Pedro Villaverde Embid

  A muchos no les gusta el empleo de términos belicistas para referirnos a un desafío biológico, a un problema médico, pero hay bastantes paralelismos.

El mundo está siendo golpeado por un virus mortal al que solo derrotará una vacuna, como con tantas otras enfermedades, pero que mientras tanto requiere del esfuerzo de toda la comunidad científica y profesionales sanitarios para su control y adormecimiento. Y mientras campa a sus anchas, cada día menos, a los ciudadanos se nos pide restringir movimientos y contactos para frenar su propagación. La batalla es dura, cruenta, larga y dejará muchas bajas siendo la victoria final la derrota del invisible bichito.

  A muchos no les gusta el empleo de términos belicistas para referirnos a un desafío biológico, a un problema médico, pero que cada cual se exprese como quiera. Evidentemente no estamos en guerra y quienes la vivieron en nuestro país recuerdan que eso fue otra cosa, aunque los hospitales de campaña, las improvisadas morgues, los partes diarios de caídos, los enterramientos sin velatorios, ceremonias ni casi asistencia, la falta de recursos del personal sanitario desprovisto de los necesarios equipos de protección individual, los colapsos en las UCIS, el ejército por las calles, empresas dejando su habitual producción para centrarse en productos necesarios para estos días (economía de guerra), la existencia de héroes de bata blanca que con valentía, oficio y dedicación más allá de los horarios atienden a los heridos, el miedo a la muerte si se sale de casa o no se toman precauciones, o la devastación económica que conllevará, permite establecer ciertos paralelismos.

    Sin embargo esto es una pandemia, como la gripe española de 1918 a la que hoy dedica su artículo Jesús Orea y las historiadoras María y Laura Lara- que nos ilustrarán con una serie de reportajes- porque aquella gripe como la cólera, la peste u otras mil patologías que causaron graves daños a la humanidad, son enfermedades que se cobran un elevado precio en vidas humanas, sin fúsiles, bombas ni cuarteles. A las anteriores plagas, seguramente, se uniría la falta de higiene, de alimentación y escasez de medios. Hoy, en España, Europa o América no falta el abastecimiento en los supermercados y farmacias, la limpieza en las calles o edificios o la información en los medios de comunicación que siguen al minuto la evolución, incluso se continúa el curso por internet y se tele trabaja. Nuestro temor es una posible extensión del virus a África donde la capacidad de respuesta es mucho más limitada y los efectos podrían ser todavía más letales. Queda un largo camino para superar el Covid-19. Lo afrontaremos con determinación, coraje y disciplina.