Heráldica del Palacio de Dávalos


Si vas al Palacio de Dávalos de Guadalajara, y te pones a contar los escudos de los magnates que levantaron el palacio, encontramos que aparecen un total de 38 veces, distribuidos en los diversos linajes de los que procedían.

En el examen de las techumbres de armaduras de madera del palacio de Dávalos en Guadalajara, que hice la pasada semana, sorprende la que hoy cubre la sala de audiovisuales de la Biblioteca Pública Provincial. De baja altura, plana, se compone de 10 grandes vigas transversales que reposan sobre apoyos multilobulados, muy policromados. Y entre unos y otros, pintados sobre el friso a modo de metopas, aparecen once escudos a cada lado, en que vemos alternando los escudos de los linajes de esta familia de hidalgos.
Esos escudos definen los linajes del mayorazgo creado en principio por el licenciado Hernando Dávalos Carrión tras casar con Catalina Sotomayor, mediado el siglo XVI.
Su hijo primogénito es Hernando Dávalos Sotomayor que casa con María Butrón y Rojas (hija de Francisco Butrón y Mújica), y que a su vez tienen 8 hijos. Este señor, tras conseguir el título de hidalgo reconocido por la Real Chancillería de Valladolid, llega a ser procurador en las Cortes del Reino en 1566 y regente de la Vicaría de Nápoles.

Escudo de los Dávalos de Sotomayor y alianzas sobre la puerta de su palacio de Guadalajara.
A los constructores (Mendoza y Ayala) del palacio que hoy vemos, les sigue el Príncipe de Mélito (hijo segundo del Cardenal Mendoza, que fue quien debió encargar a Lorenzo Vázquez el patio). Y a él se lo compra don Hernando Dávalos Carrión, que es hijo de don Alonso González de Carrión, regidor del concejo de Guadalajara, y de doña María Dávalos. Cambia el orden de sus apellidos, e instituye un mayorazgo con el apelativo Dávalos como principal linaje. Casa con doña Catalina de Sotomayor, perteneciente a otra de las grandes familias de Guadalajara. Pero quien realmente hace las reformas, mejora el edificio en su distribución interior, lo moderniza, lo hace más habitable, es su hijo Hernando Dávalos Sotomayor, que llegaría a pertenecer al Consejo Real de Felipe II. Casado con María de Butrón y Rojas, heredera de los Mújica, son todos estos linajes los que constituyen el eje de la heráldica que hoy puebla fachadas, ventanas, columnas y techumbres del palacio. Concretamente: Dávalos (más Ayala), Sotomayor, Butrón y Mújica.
La heráldica que proclama el linajudo origen de la familia propietaria del palacio está distribuida en muchos lugares de la casa. Era lo habitual, porque pregonaba la propiedad, y el poder de sus linajes, que traducían en forma de escudos los muchos maravedises que acumulaban, los mayorazgos, los criados, los señoríos y haberes varios. Cuatro son los principales lugares donde aparece la serie de escudos de esta familia. 

Escudo de Dávalos y Sotomayor en la zona de audiovisuales.
El primero es el gran escudo de la fachada, puesto en la segunda mitad del siglo XVI por el hijo de quien adquiere el palacio y lo reforma, dándole la forma actual. En ese escudo, que corona el balcón central (perteneciente al salón mayor hoy ocupado por la dirección de la biblioteca, sobre la portada) muestra un escudo complejo, partido, que muestra en su campo derecho los tallados emblemas de Dávalos, Ayala y Sotomayor, y en su campo izquierdo los de Butrón y Mújica.
2º El segundo lugar es el patio central, en cuyas columnas esquineras, mostrados casi exentos pero tallados en piedra sobre los capiteles de estilo alcarreño, alternan esos linajes limpiamente expuestos. La mayoría son recreaciones modernas, rehechos en la restauración.
El tercer lugar son arcos que coronan los intercolumnios de la lonja de poniente del palacio, que daban cobijo a las caballerizas y que hoy se ven en el jardín que precede a la Biblioteca.
Y el cuarto, y más accesible y llamativo, porque los escudos se muestran repetidos, y policromados, es el conjunto de artesonado y friso de la Sala de Audiovisuales, lo que sería un salón de recepción, al que en el estudio de las armaduras del palacio dí el nombre de “Sala de Bienvenida”. Aquí es donde vemos los escudos más cerca, y en sus colores originales. Hay un total de 22 emblemas, repitiendo cinco veces los cuatro principales escudos de la familia. Son estos y sus correspondientes blasonados:
Dávalos: en campo de azur un castillo de oro más bordura dividida en ocho jaqueles alternando los de gules y los de plata. Va siempre primero cortado con Ayala de segundo. Ayala: en campo de plata dos lobos pasantes de sable, con una bordura de cruces de San Andrés.
Sotomayor: en campo de plata tres fajas jaqueladas en cuatro órdenes de oro y gules cargadas cada una de un filete de sable.
Butrón: en campo de sinople una cruz de plata a todo trance cargada de cinco lobos andantes de sable y cantonada de cuatro buitrones de oro.
Mújica: en campo de plata, una banda de sinople con dragantes de lo mismo, acompañada de dos escudetes de gules cargados de tres fajas de oro.

Escudos policromados de los linajes del Palacio de Dávalos.
Sobre esta familia, numerosa y progresivamente acaudalada en tierras y dineros, ha escrito la secuencia genealógica y descrito los personajes que le han dado fama Félix Salgado Olmeda en su trabajo titulado “La evolución de un linaje: los Dávalos Sotomayor, letrados, hidalgos, regidores, y señores de vasallos, en los siglos XVI al XVIII”, publicado en la Revista Wad-Al-Hayara de estudios de Guadalajara nº 31 (2004). El autor se basa, en parte, en los datos obtenidos del historiador coetáneo del nacimiento del grupo aristócrata, que fue el cronista real Alonso Núñez de Castro en su “Historia eclesiástica y seglar de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Guadalaxara”(facsímil editado por AACHE Ediciones en 2003). También publicó un breve aporte genealógico José Carlos Gómez-Menor Fuentes bajo el título “Los Dávalos” en Toletum, 23 (1989).
Es de destacar, finalmente, que esta familia de los Dávalos y Sotomayor, muy prolífica, alcanzó a emparentar en el siglo XVIII con la entonces naciente de los Torres, que entre otros títulos consiguió el marquesado de Irueste, y finalmente, del matrimonio de doña Ana de Torres Romo y don Ignacio de Figueroa Mendieta, marqueses de Villamejor, nació el político alcarreño don Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones por nombramiento de Alfonso XIII, y presidente del Consejo de Ministros de este monarca, en las primeras décadas del siglo XIX.