Lecturas de Patrimonio: Los artesonados del Palacio de Dávalos


Hoy miramos una parte mínima de nuestro patrimonio cercano, los artesonados del palacio de Dávalos, la actual Biblioteca Provincial. Son una serie de monumentales techos laborados sobre madera y policromados, muy bien restaurados tras la recuperación del palacio hace 20 años.

El que hoy conocemos como palacio de Dávalos, en la plaza del mismo nombre de Guadalajara, sede de la Biblioteca Pública Provincial, fue en su inicio, allá por el siglo XIV, sede de una rama menor del linaje Mendoza. En él vivió Juana de Mendoza, la Ricafembra de Guadalajara. Rehecho por entero en el siglo XV finales, con muy probable autoría por parte de Lorenzo Vázquez, quien diseñó un patio con capiteles que hoy nos sorprende, y que fue sede de la familia de los príncipes de Mélito, herederos de Diego Mendoza, segundo hijo del Cardenal Mendoza. Estos se lo vendieron, hacia 1570, a don Francisco Dávalos, quien lo volvió a reformar y engrandecer, poniendo en algunos de sus salones grandes armaduras de madera que hoy lucen recuperadas y que aquí enumero sucintamente.
Tras la progresiva decadencia del palacio, su uso polivalente, su ruina durante la guerra, y su parcial arreglo, en los inicios del siglo XXI le llegó la restauración una vez adquirido por el Ministerio de Educación. De milagro llegaron a nuestros días los artesonados mudéjares y renacentistas que adornaban sus estancias. Llegué a verlos, semihundidos y podridos, amenazantes y tristes. Pero hoy se encuentran en perfectas condiciones, acompañando con su espléndida belleza las actividades culturales del edificio.

Artesonado de la escalera del Palacio de Dávalos.
De esos techos de madera y yeserías puede hoy admirar el visitante cinco ejemplos llamativos. Con suma brevedad, puedo decir que se tratan de los techos siguientes: 1. La sala vestibular, a la entrada del palacio; 2. La sala meridional que hoy remata el tiro de la escalera de entrada; 3. La sala de recepción que hSala oy se alza sobre el conjunto de la Sección Local;  4. la sala señorial que remata el despacho de la dirección; y 5. La sala de bienvenida que es la que abriga a la zona de Audiovisuales junto al patio.
Sala 1 – En el vestíbulo de entrada, de enorme altura, quedan solamente restos de su cubierta. Vemos en ella un alfarje sencillo, y un friso en el que hay pintados sobre el yeso un friso de arquerías mudéjares y una serie de escudos. Fue salvado este bello conjunto del primitivo palacio, pues aquí se ven luciendo las armas de Mendoza (por doña Juana la Ricafembra) y de León y Suabia por su segundo marido don Alonso Enríquez, obra todo ello de principios del siglo XV.
Sala 2 - La techumbre de la escalera, a la que denominó “sala meridional” es la más hermosa de todas ellas. Coronaba una sala de planta cuadrada que se encontraba junto a la siguiente (hoy Estudios Locales). Es ochavada, con los ocho faldones de igual tamaño, y abunda en decoración de tipo plateresco, en tonos rojizos y negruzcos. El almizate, que llena casi la totalidad de la cubierta, se forma a base de largas y entrelazadas cenefas de trenza de laurel encintadas sobre una tracería de lazos y estrellas. Como un arcaísmo mudéjar se ha interpretado el amplio zócalo ochavado que, a modo de alfarda, simula sostenerlo, así como los amplios cartabones que provoca, y la decoración de lacería que le constituye. Esta armadura de la escalera del palacio es quizás la mejor joya del edificio.

Artesonado de la Sala de Fondo Local en el Palacio de Dávalos.
Sala 3 – Hoy de Estudios Locales, la he llamado “sala de recepción” por ser la más grande de todas. Es una armadura ataujerada, de forma ochavada, con faldones a cada lado, más otros cuatro en los ángulos del rectángulo. Mide 16 metros de larga por 6 de ancha, y tiene forma de gran artesa con ángulos ochavados. Como perdió parte de su estructura en los años de abandono, ha tenido que ser restaurada en profundidad.  Su estructura y decoración es de lacería de tramas ortogonales superpuestas con decoración de estrellas y lazos, todo sobre friso de doble acordonamiento con escudos familiares. En los casetones de esta armadura vemos decoración a base de motivos florales, con racimos de uvas y pámpanos, y en el friso, que es de madera, también aparecen estas decoraciones. En 1584 don Francisco de Dávalos encargó al pintor Juan López de la Parra que restaurara y recuperara la decoración de este techo.
Sala 4 – Coronando el despacho de la directora de la Biblioteca, a esta sala la denominará “sala señorial”, porque su balcón es el que se abre sobre la portada y se corona del escudo familiar. Además era la estancia principal de la primitiva torre, y su cubierta estaba ocupada por una terraza. De ahí que el techo sea plano. Y la armadura también lo sea, enrasada sobre un friso formado por dos gruesos cordones paralelos, que se entrelazan en los escudos -un total de ocho, cuatro esquineros- de la familia que lo construyó. Mide 6 por 7 metros, y su decoración de lacería se limita a superponer una trama ortogonal sobre el damero del armazón, lo que provoca la alternancia de estrellas de ocho puntas en los casetones y lazos de cuatro, estos sobre la intersección del damero. Toda la madera está policromada. Siguiendo la trama del lazo corren distintos perfiles de colores, dejando rellenos los huecos con finos motivos florales. Destaca la ornamentación de las estrellas, dorando sus puntas con medias esferas. En el centro de cada casetón, un prominente racimo de mocárabes le da al conjunto una riqueza suntuosa. En el arrocabe hay decoración sogueada paralela, formando entrelazos en torno a ocho escudos, que son de madera y están sobrepuestos a los primitivos de Mendoza, Mélito y Ayala.

Escudos en la armadura heráldica.
Sala 5 – Finalmente, junto al patio, aparece la “sala de bienvenida”, hoy destinada a ofrecer el surtido de audiovisuales. Se trata de un gran alfarje con vigas atirantadas apoyadas en ménsulas muy decoradas con pinturas. Y en los espacios de metopas, sobre la yesería de la habitación, una gran colección de escudos heráldicos policromados con las armas de los definitivos habitadores: armas de Dávalos, Sotomayor, Zúñiga y Butrón, entre otros. Esta techumbre es muy diferente de las anteriores. En este caso la cubrición del vano no se resuelve con una estructura integral, sino que se basa en la subdivisión del techo en espacios de áreas menores. Y así vemos cómo gruesas vigas de madera apoyadas sobre enormes zapatas convierten el largo rectángulo de su planta, en otros de menores dimensiones, que se forjan en paralelo a los muros con vigas de pequeña escuadría sobre ménsulas, las cuales repiten el mismo perfil moldurado que las maestras. En el maderamen había una profusa decoración, obra también de Juan López de la Parra, que ha desaparecido. Aunque se han recuperado los escudos familiares sobre la yesería del friso, confiriendo a esta sala un aspecto grandioso por su variedad de formas y colores.
¿Cuándo fueron hechos estos artesonados del palacio de Dávalos? Por los detalles de superposición de escudos, cabe pensar en que todos ellos fueron construidos en el inicio del primitivo palacio, durante el siglo XV, por sus propietarios iniciales (Mendoza y Mélito), aunque recibieron restauraciones, nuevas decoraciones y renovación de heráldicas tras su adquisición por los Dávalos en la segunda mitad del siglo XVI.

Techo de la Sala de Directora.
Bibliografía: Además del examen personal y directo de los artesonados, he obtenido información de los estudios sobre el palacio escritos por Aída Anguiano de Miguel, Preexistencias del palacio Mendoza-Mélito de Guadalajara en Anales de Historia del Arte (1999). Y por Muñoz Jiménez y Pradillo Esteban, El palacio Dávalos de Guadalajara. Datos históricos y artístico para un edificio a conservar en el tomo V de las Actas de los Encuentros de Historiadores del Valle del Henares (1996).