
Inteligencia artificial
Es un monstruo que crece y que puede llegar a comernos si no lo sabemos regular, aprovechar todo lo bueno que ofrece y utilizar con racionalidad y equilibrio su potencial.
No es un concepto nuevo, de hecho la creación de máquinas que imiten la inteligencia humana se remonta a la segunda Guerra Mundial y el término ya se utiliza desde 1956. Todos nos beneficiamos de su uso de manera cotidiana- o al menos lo conocemos- por ejemplo el asistente virtual Alexa, el de Google que nos contesta a todo o su traductor automático, chatbots como ChatGPT o incluso la conducción de vehículos automáticos, entre otros mil servicios de los que nos declaramos ignorantes. Nos hemos acostumbrado a ver personajes históricos recreados con su voz y su imagen que parecen muy reales. Estas pasadas navidades han circulado por redes sociales felicitaciones que nos han mostrado imágenes de boda, besos o abrazos de ‘enemigos íntimos’ que sabíamos eran broma, pero de tal calidad que la mayoría no seríamos capaces de apreciar. Y eso que, dicen los expertos, se encuentra todavía en fase débil, si se generaliza podría exceder de las capacidades humanas y llegar a ser incontrolable.
Cualquier persona puede pedir que se le haga un escrito de solicitud, modelo de contrato, un artículo sobre un tema... y de inmediato, cada vez con mayor rigor, lo tenemos confeccionado. Basta afinarlo y el trabajo de un periodista, un asesor o cualquier estudiante queda hecho por una máquina. Los avances de este tipo de tecnología impactan ya en muchos ámbitos de la vida y es hora de plantearse su manejo responsable y ético. Juan Carlos Monedero dijo en Siglo Futuro que en tres años puede cargarse el 50% de los empleos. La Asociación de la Prensa de Guadalajara ha lanzado una encuesta para calibrar el impacto que puede tener sobre la profesión y son muchos los foros que analizan el tema en profundidad. Evidentemente los profesores ya no admiten trabajos hechos en casa por los alumnos. Es un monstruo que crece y que puede llegar a comernos si no lo sabemos regular, aprovechar todo lo bueno que ofrece y utilizar con racionalidad y equilibrio su potencial.