La condesa de Romanones: modelo, noble y espía
Durante una de sus misiones conoció a Luis Figueroa y Pérez de Guzmán, siendo enterrada en Guadalajara.
De todos los personajes que han tenido que ver con Guadalajara, uno de los más fascinantes ha sido Aline Griffith, III condesa de Romanones. Y, sin embargo, su historia ha pasado desapercibida para muchos de nosotros.
Cuando nació en Nueva York en 1923, nada hacía sospechar que esa niña, perteneciente a una familia de clase media, llegaría a ser una pieza clave en la Segunda Guerra Mundial, y que acabaría formando parte del reducido número de Grandes de España.
Aline siempre tuvo inquietudes. Estudió Periodismo, Historia y Literatura, y se ganó la vida en su juventud trabajando como modelo. Pero ella soñaba con ser útil a la sociedad de otra manera. Cuando sus amigos y familiares estaban luchando en Europa como soldados en plena Guerra Mundial, se interesó por sus actividades y por cómo ella podría ayudar en la contienda.
Debido a su predisposición y cualidades fue admitida como miembro de la OSS (Office of Strategic Services), organización predecesora de la CIA. Los servicios de inteligencia norteamericanos la entrenaron de una forma rigurosa para convertirla en una especie de 007 en versión femenina.
Aline Griffith y su esposo, Luis Figueroa y Pérez de Guzmán el Bueno, en 1963.
Vieron en ella grandes cualidades, y enseguida estuvo preparada para pasar a la acción. Su facilidad con los idiomas (hablaba, además de inglés, francés y castellano) la hacían apta para ser enviada en misión a varios puntos de Europa, aunque su destino fue Madrid. Llegó a nuestro país en 1944, cuando Aline contaba con tan solo 21 años. Su misión: espiar a los nazis que estaban en la capital española.
Durante su primer año en Madrid operó como empleada de cifrado. Bajo la tapadera de trabajar en la American Oil Control Commission, en su sede madrileña descifraba mensajes en clave, actuando como si tuviera turnos de trabajo de día y de noche. Nadie sospechaba nada. ¿Quién lo iba a hacer? En sus largas jornadas de trabajo consiguió enviar muchos más informes que cualquier otro agente de Madrid. Los suyos eran, además, los más completos.
Fue tan buena que tan solo un año después, en 1945, se convirtió en agente de campo. Su belleza, elegancia, cultura, don de gentes y saber estar hacían de Aline la persona idónea para mezclarse entre la aristocracia española. Frecuentaba los mejores bares, hoteles y restaurantes. Se codeaba con nobles, folklóricas y toreros. Acudía a fiestas y locales de moda en Madrid, donde coincidía con agentes alemanes, espías y nobles. Incluso manejó y dirigió una pequeña red de agentes.
Sus misiones a veces eran arriesgadas. Estuvo a punto de perder la vida en más de una ocasión y acabó presa en una cárcel de Málaga. Tuvo que defenderse en varios momentos, aunque Aline estaba entrenada para ello. En la OSS le enseñaron a matar con sus manos o incluso con un periódico, si fuera necesario. Como cuenta Larry Loftis, autor de La princesa espía. La verdadera historia de Aline Griffith, condesa de Romanones, “Aline Griffith fue entrenada para ser un arma letal”.
Aline Griffith, condesa de Romanones, en 2002.
Durante sus misiones conoció a Luis Figueroa y Pérez de Guzmán el Bueno, conde de Quintanilla y futuro III conde de Romanones. Ambos acabaron enamorándose. Tras el anuncio del compromiso en The New York Times, se casaron en 1947. Luis no sabía nada de la vida secreta de su prometida, pero Aline se lo contó todo antes de casarse. Según ha contado ella en múltiples entrevistas, éste no la creyó.
Aline escribió varios libros en los que habla sobre sus experiencias como espía. Uno de los más conocidos es el traducido en castellano como La espía que vestía de rojo. Muchos han dudado de la veracidad de los narrado en estos libros, pero, como ella mismo dijo en una entrevista para The New York Times, “mis historias están basadas en la realidad”, aunque es cierto que muchas de ellas están adornadas, o hay varias modificaciones, como su nombre en clave. Éste era Butch, que puede traducirse como “Marimacho”, pero ella lo cambió en sus libros por Tiger, “Tigre”.
Aline falleció el 11 de diciembre de 2017 a los 94 años en Madrid. Su entierro tuvo lugar en el panteón de la familia de Romanones en Guadalajara, y el sepelio fue cubierto por multitud de revistas y publicaciones nacionales e internacionales, incluido este periódico que leen.