La iglesia románica de Grado del Pico


Viajamos por la Sierra de Pela, ahora ocupada por docenas de grandes molinos aerogeneradores. Tras visitar los templos románicos de Albendiego, Campisábalos y Villacadima nos adentramos en Segovia. Apenas a media legua de Villacadima, encontramos Grado del Pico y un magnífico ejemplar de arquitectura románica

 

Evidentemente, el grado de similitud y parentesco estructural y decorativo con los templos de nuestra provincia es muy notable. En una época en que los cambios de gusto, de costumbres y actividades variaban no de generación en generación, sino de siglo en siglo, el hecho de que los templos construidos en el entorno de la Sierra de Pela, que es el “parteaguas” de la Penísula Ibérica, sean muy parecidos no debe de sorprendernos. Son de la misma época, pleno siglo XIII, y salidos de las mismas manos.

Grado del Pico pertenece, en la provincia de Segovia, al partido de Riaza. Se encuentra a unos 1.200 metros de altitud, y el pueblo se rodea de amables arboledas, en una especie de amplia nave rodeada, al norte, por el Pico de Grado, el más alto de la Sierra Pela, y al sur y este por las lomas que le separan de Campisábalos, Villacadima y el alto valle del río Sorbe.

En 1136 aparece este pueblo citado como Aguisejo. Y ya en 1149, en un documento de Alfonso VII, se le menciona con el nombre de Grado. En una relación de parroquias de la diócesis de Sigüenza, a la que pertenecía en 1353, se dice que estaba adscrita al arciprestazgo de Ayllón, y de la iglesia, desde siempre dedicada a San Pedro, se dice que tenía un curato y dos beneficios.

Se sube una cuesta leve, desde la plaza, para llegar al templo, que remata el pueblo por lo alto, traspasado de todos los vientos. Los viajeros se llevan una gratísima sorpresa al verla, iluminada por el sol caduco del atardecer, que arranca de esta piedra a medias segoviana y soriana, unos tonos de radical rojez. Parece cargada de sangre, viva, sonora.

Es un templo de estilo románico, construido en el siglo XIII, aunque fue posteriormente ampliado en el XVI. Su muro meridional es el que nos atrae porque está abierto y muestra sus arcos y entradas. El muro de poniente, cerrado, es base de la torre, también románica aunque sin adornos, pero con canecillos de proa de barco. El muro norte está radicalmente cerrado, y el de levante muestra una estructura recta en cuyo centro surge un pequeño ábside semicircular que correspondería con la primitiva cabecera.

En la fachada sur se abre la galería porticada, tan propia de los templos románicos, especialmente segovianos. Consta este atrio de una entrada sobre escalones pétreos, escoltada de dos intercolumnios que tienen, cada uno, dos pares de columnas, y que dan lugar a tres arcos en cada lado. Los arcos van trasdosados por una moldura lisa de sección trapezoidal; el arco de la puerta lleva una moldura de la misma sección pero decorada con 24 cabecitas de lobo, o demoníacas, similares a las que muestra la puerta de la iglesia segoviana de Pecharromán. Los ábacos de los capiteles se recorren de una imposta de entrelazos, muy elegante y bien hecha. Hay similitudes entre Grado del Pico y los templos guadalajareños del norte provincial (Campisábalos, Villacadima, Albendiego, y supongo que Galve, cuando en este pueblo la iglesia era románica, y debía ser de las buenas) pero también guarda fuertes similitudes con los cercanos enclaves segovianos de San Miguel de Fuentidueña, Cozuelos y Pecharromán.

Esta iglesia, que es capital en el románico castellano, ha sido muy superficialmente estudiada. El investigador Cabello Dodero la mencionó en 1928, y el profesor Isidro Bango Torviso, a mediados del siglo XX, publicó El maestro de Grado del Pico: un maestro románico aragonés en Castilla, en las actas de un Congreso de Granada.

 

Entrada a la Galería

 

La galería de Grado está cegada, desde hace mucho tiempo. Por ello, los capiteles solo nos son accesibles fragmentariamente: siguen sus temas tallados bajo capas de mampuesto y cementos viejos. Sería una gran tarea, y plausible, que alguien decidiera abrir esa galería con medios técnicos suficientes como para rescatar completos los capiteles. Quizás tendríamos otra nueva lectura del conjunto. Pero hemos de conformarnos con lo que vemos.

Y esto es una sucesión, de poniente a levante, de diez capiteles. Que a continuación los enumero y comento:

1. El primero por occidente es un capitel de simple decoración geométrica, con un rayado vertical, de hondos surcos, muy nítidos y contrastados, ondulándose en la parte superior, aludiendo a su origen vegetal.

2. Le sigue un capitel con presencia vegetal: racimos de uvas entre pámpanos y sarmientos. Es la Naturaleza en auge, aunque tiene un claro mensaje evangélico.

3. Interesante representación zoomórfica con figuras del bestiario medieval: de un rostro demoniaco central, salen serpientes y tallos que abrazan las colas de sendas arpías que se representan en los lados. Geometría y vibración transmite el capitel claramente temeroso.

4. Grandes hojas de verdura muy rayadas y rematadas en valientes volutas superiores.

 

Capiteles 1, 2, 3 y 4 de la descripción. 

 

5. En la puerta de entrada, dos capiteles escoltan el acceso. Sin duda, los mejores de la iglesia. El primero, occidental, es una representación de la Epifanía. En ella aparece la adoración de los Reyes Magos a Jesús infante, proponiéndonos una “proskynesis” o “beso del pie del Niño”. Las figuras, aunque burdas, dan sensación de serenidad, de mucho detalle. Un gran capitel que recuerda el mismo tema, muy habitual en el románico de las Cinco Villas Aragonesa, y que a su vez se inspira en el Liber de Infantia Salvatoris. Tal influencia, probablemente, haya que explicarla mediante la conexión entre Soria y Aragón y el papel transmisor de Silos y la catedral de Burgo de Osma.

6. El capitel oriental de la puerta de acceso es el mejor tallado y el más espectacular de todos: una pareja de grifos se enfrentan entre sí, guardando caminos. Despliegan sus atributos clásicos, garras y cabeza de águila, cuerpo de león, y enormes alas delicadamente dibujadas.

 

Capiteles 5 y 6

 

7. El primer capitel del intercolumnio oriental es de un esquematismo sorprendente, representa hojas grandes muy rayadas, con leves volutas superiores.

8. El siguiente muestra también un tallo fino rematado en fruta, y del que salen dos hojas delicadamente talladas a ambos lados. La exhibición de la Naturaleza espléndida.

9. Con tres figuras enigmáticas, este capitel guarda su secreto porque aún permanecen otras figuras que le completan bajo el tapial viejo. De izquierda a derecha aparecen: a) un ser monstruoso con el cuerpo cubierto de burdas escamas; b) una joven que exhibe en su mano izquierda una planta que podría ser una flor de lis, o un crótalo festivo: c) un individuo noble bien trajeado con una flor o fruto en su mano derecha, y la cabeza atravesada por una flecha o puñal, quizás un santo de devoción local.

10. Perfecto conjunto de líneas y bolas, en una amalgama geométrica que nos recuerda otras cosas orientales, quizás modelos tomados por los mudéjares de la zona y que en Villacadima y Albendiego se han explayado más ampliamente.

 

Capiteles 7, 8, 9 y 10.
 

11. Otro capitel que no he podido ver ni fotografiar, y que sólo se contempla desde el interior del templo, muestra temas antropomórficos en los que aparecen soldados y tres ángeles con un sepulcro en que reposa un cadáver. Muy probablemente esta representación quiera expresar el momento evangélico de la muerte y entierro de Cristo antes de su Resurrección.

En el conjunto de los capiteles de Grado del Pico, que es el elemento expresivo de una arquitectura medieval mesurada y muy bien trabajada, lo que destaca es el equilibrio de temas, la medida puesta en escena de lo vegetal, lo mitológico y lo eclesial, en un diálogo sosegado y que sería adecuadamente usado por los ministros de la Iglesia que en ese siglo XIII, y durante dos o tres siglos más, aleccionarían a los fieles, todos analfabetos, sobre los valores cristianos, la esperanza en la Otra Vida, y la necesidad de una vida recta y virtuosa.

Sin más animar a mis lectores a que vayan a admirar esta iglesia románica que está “pegando con la pared de nuestra provincia” en Segovia, decir que su estilo está en consonancia con el grupo de tallistas de la Sierra de Pela que dejaron hermosos conjuntos en Guadalajara (Albendiego, Hijes, Villacadima, Campisábalos, Galve…) y en Soria (Tiermes, Caracena, etc.) En cualquier caso, una oportunidad de mirar lo que los siglos pasados nos han dejado, y celebrar la suerte de que hayan podido llegar a nuestros días, y hayamos tenido la oportunidad de admirarlos.