La noche de ánimas

31/10/2021 - 14:05 Pedro Villaverde Martínez

 Con motivo de la festividad de Todos los Santos que se celebra el día 1 del mes de noviembre podemos decir que se dan toda una serie de maneras de celebrarse que merecen al menos conocerse aunque ahora parezcan anacrónicas.

Quisiéramos empezar este artículo dando las gracias a todos por su asistencia a la gala de los Populares de Nueva  Alcarria celebrada este miércoles y felicitando a los premiados. La pandemia hace que estemos en vísperas de los Santos, fuera de las fechas habituales, celebrando un acto que debería tener lugar a inicios del año. Lo importante es volver a disfrutarlo y que la normalidad regrese a nuestras vidas. 

        Y a la vez que se recupera la tradición de estos premios  llegan fechas de hondo significado y arraigo. Se vive del pasado tanto o más que del porvenir, y la tradición constituye una cantidad ingente de las formas de vida y de expresión de todo lo anterior. Por eso se constituye la tradición tanto la oral como la escrita en una fuente ingente de sabiduría popular. 

 Hoy queremos recordar una de esas tradiciones populares que constituían casi toda una forma de vida. Con motivo de la festividad de Todos los Santos que se celebra el día 1 del mes de noviembre podemos decir que se dan toda una serie de maneras de celebrarse que merecen al menos conocerse aunque ahora parezcan anacrónicas…En mi pueblo existían tradiciones que cuando uno era pequeño veía celebrar a los mayores y que hacían pasar bastante miedo. Ya lo hemos escrito en otras ocasiones pero no nos resistimos a repetirlo. Existía la leyenda de que en la noche de Difuntos o Ánimas, siguiente a la de Todos los Santos, éstas volvían a dormir a las casas que habían habitado cuando vivían. Recuerdo que en mi  Huertapelayo de entonces sin luz y con gran oscuridad, los niños pasábamos mucho miedo si nos teníamos que mover por sus calles porque solían ponerse para mayor susto calabazas huecas con velas encendidas dentro que semejaban caras de persona. Los mayores sabían que eran calabazas pero los pequeños nos llevabámos un gran susto si topábamos con alguna de ellas. A esto se unía la leyenda de que las ánimas de los difuntos tenían la costumbre de volver a descansar esa noche en la cama que habían usado… Y con las campanas tocando a muerto o clamores por los mozos del pueblo, mientras se calentaban en la hoguera encendida. Todo ello resultaba tan tétrico que en nada ayudaba a conciliar el sueño…